Los chiquillos del barrio la llaman cancha deportiva por llamarla de algún modo porque cada vez es menos cancha y menos deportiva. El cerramiento metálico de esta instalación municipal presenta un deterioro más que aparente y el césped sintético o está hecho jirones o simplemente no lo hay, con el consiguiente riesgo de sufrir contusiones, erosiones y esguinces entre los niños y jóvenes que se atreven a jugar a la pelota en una cancha que pude ser considerada de alto riesgo.
Pero el problema no es nuevo. Dos años lleva esperando la asociación de vecinos de la Casa de la Juventud de Elda a que el equipo de gobierno popular de Adela Pedrosa atienda sus requerimientos y repare la instalación. Todos los escritos pasados por el registro municipal y las peticiones formuladas en los consejos de barrio siempre caen en un pozo, en cuyo fondo se encuentra el cabreo de unos vecinos que se sienten «ciudadanos de segunda» aunque, eso sí, pagando impuestos como los de primera.
«Desde hace tres años nos tienen abandonados. El Ayuntamiento pasa de nosotros. Parece que aquí no paguemos impuestos porque el dinero se queda siempre en los mismos barrios», señalaba ayer el presidente de la asociación de la Casa de la Juventud, Antonio Marín, para quien la cancha deportiva es un ejemplo de la desidia municipal pero no es el único. «No tenemos sede vecinal desde que el Ayuntamiento cerró la Casa de la Juventud y dijo que no tenía dinero para pagarnos un local, tampoco hay caucho en muchas zonas del parque infantil, en la acera del centro de salud Marina Española algún día se va a producir una desgracia y, desde que le quitaron la vegetación al jardín, el lugar se ha convertido en un cagadero de perros y gatos», denuncia Marín resignado a que nada cambie ya hasta el 25-M.
