El Museo del Calzado de Elda da los primeros pasos para ser una exposición permanente adaptada. Este sábado, coincidiendo con la celebración de la patrona de los ciegos, Santa Lucía, sufrirá la prueba de fuego con la visita de unos 100 trabajadores y asociados de la Organización Nacional de Ciegos Española (ONCE). Su director, Gabriel Segura, expuso que «es el principio del fin de las barreras».

Para este grupo se ha diseñado un circuito adecuado a su minusvalía, que se consolidará como uno de sus itinerarios estables. El recorrido se va a focalizar en tres facetas para llegar de la mejor forma posible a un público con problemas de visión. Una de ellas es la horma. Los visitantes podrán manosear el primer tarugo de madera, cómo se devasta para asimilarse al aspecto anatómico del pie y cómo llega a convertirse en una pieza torneada. Por último reconocerán a través del tacto las actuales, fabricadas con moldes en inyectoras de plástico. En un segundo momento, aprenderán a diferenciar una piel orgánica de una sintética, oliéndolas y tocándolas. El proceso artesanal del zapato será el que cierre la visita. Así palparán los patrones, las pieles y observarán a través de las yemas de sus dedos cómo se colocan las hormas y cómo se cose el par hasta llegar al producto final: el zapato. El director de la ONCE de Elda, Vicente Vázquez, explicó que «este es un primer paso para un procedimiento de largo recorrido». Con el asesoramiento de la organización se eliminarán las barreras arquitectónicas y sensoriales. El pavimiento, la señalítica, los recorridos se han analizado por los técnicos rehabilitadores. Segura reconoció que «nos han planteado qué defectos subsanar a corto, a medio y a largo plazo».

Por su parte, la ONCE asume un compromiso con la colección de zapatos eldense. Vázquez subrayó que «durante 2015, vamos a facilitar la visita al museo de quienes llegan a la provincia de Alicante en los turnos de vacaciones sociales».

Formar a los consumidores

La prueba para diferenciar la piel sintética de la orgánica será una de las que deberán pasar, a partir de ahora todos los visitantes del museo. Una venda en los ojos les ayudará a utilizar el tacto y el olfato, los dos sentidos con los que los zapateros distinguen los cueros. De hecho, insistió el director del museo, «la vista engaña a la hora de diferenciarlas».

El concejal de Industria, David Navarro, comento que «es un trabajo de formación para que los consumidores sepan diferenciar un zapato de calidad hecho con piel del que no lo es».