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El peligro de la alcoholera

La ruinosa fábrica de coñac de La Colonia sufre nuevos desprendimientos que ponen en riesgo a los visitantes

Imágenes captadas ayer en la abandonada fábrica de alcohol de La Colonia de Santa Eulalia, tras el último desplome de la cubierta y de parte del muro trasero. CARLOS RODRÍGUEZ

La alcoholera La Unión se desmorona poco a poco. En ella se elaboró entre finales del siglo XIX y el primer tercio del XX el coñac Santa Eulalia, uno de los licores más apreciados en la España anterior a la contienda civil. Sin embargo, el deterioro y abandono que sufre el pintoresco edificio desde hace décadas ha propiciado diferentes derrumbes de su cubierta, y también de fragmentos de sus agrietados muros, en un proceso de degradación que parece ya irreversible.

El primer colapso se produjo en mayo de 2010 y el segundo en octubre de 2013 sin que hubiera que lamentar daños personales. Pero en esta ocasión la desgracia ha estado muy cerca. El pasado domingo, a las seis de la tarde, dos minutos después de que un matrimonio contemplara la ruinosa fábrica junto a su hija menor, cayó sobre el mismo lugar que habían visitado una pesada amalgama de ladrillos, cemento, bloques y tejas de la techumbre y de la parte superior del muro trasero. «¡Da pena pero aquí hasta que no haya un accidente grave y muera alguien los que mandan no van a hacer nada!» exclamó ayer el vecino José Martínez mientras relataba lo acontecido y mostraba los restos del desplome. «Si los políticos no quieren meterle mano al asunto porque nadie tiene claro a quien pertenecen los edificios de La Colonia de Santa Eulalia, lo que tiene que hacer la Administración es expropiarlo todo y se acabó el problema», indicaba el jubilado sugiriendo convertir el deteriorado palacete del conde de Alcudia en un Parador Nacional y la desoladora fábrica de harina en una residencia para mayores.

Hace cuatro años, tras el primer derrumbe de la cubierta, la Policía Local acordonó con una malla plástica las inmediaciones de la alcoholera, estableciendo un perímetro de seguridad para evitar el paso de vehículos y personas al detectar los técnicos claros síntomas de inestabilidad en los muros que dan a la plaza de la ermita y a la calle lateral. Una medida preventiva que, sin embargo, la peligrosa curiosidad hace insuficiente.

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