«No vine aquí para hacer amigos pero sabes que siempre puedes contar conmigo. Dicen de mí que soy un tanto animal, pero en el fondo soy un sentimental». Citando el primer estribillo de la canción «Feo, fuerte y formal», de Loquillo y los Trogloditas, se ha despedido Francisco Sánchez Alarcón de la política activa tras un cuarto de siglo afiliado al PP, siete de presidente local del partido en Sax, otros tantos en la ejecutiva provincial de Ripoll y en la cúpula de Nuevas Generaciones de Murcia, y 11 años de concejal en el Consistorio sajeño bajo los mandatos de los alcaldes María de los Frutos Barceló, Ana Barceló y Vicente Gil.
Precisamente la negativa de éste último a dimitir, tal y como le exigieron la semana pasada seis de los siete concejales de su propio gobierno, es la que ha llevado a Sánchez a terminar renunciando él al acta de concejal. Una decisión que tomó el miércoles por «coherencia política» tras sus acusaciones públicas al primer edil.
Fue en el pleno de anoche cuando, antes del punto de ruegos y preguntas, pidió por vía de urgencia que se incluyera en el orden del día su dimisión como concejal. Pero no se fue solo porque su compañera de grupo, María Isabel García, siguió el mismo camino y con los mismos argumentos. Por tanto, de los seis concejales que se rebelaron contra el primer edil el lunes de la semana pasada ya sólo quedan cuatro y todo apunta, según indican fuentes del PP, que el próximo mes podría haber una o dos dimisiones más. En cualquier caso eso está por llegar pero lo que sí es una realidad es que durante al menos un mes, que es el periodo mínimo para poder relevar a los dos dimisionarios con nuevas incorporaciones de la lista electoral, el PP seguirá gobernando en minoría con cinco votos frente a los siete del PSOE, uno de IU y otro del exedil popular Carlos Pérez.
Ayer se despidió, de pie, ante los miembros de la Corporación local, que le tributaron un aplauso al que se unió el público cuando finalizó su intervención, y hoy Francisco Sánchez lo hará de los funcionarios. Apenas una hora antes de iniciarse el pleno indicó a este diario que se marcha con los «deberes hechos» en las siete delegaciones que venía ostentando tras la última remodelación del gobierno. Prefiere hablar de un «punto y aparte y no de un punto final» en su trayectoria política porque, tal y como dice la canción de Loquillo en su última estrofa: «Mi fama me precederá hasta el infinito y más allá. Y vive Dios que escrito está: Si doy mi palabra, no se romperá».
