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El alcalde de Pinoso acude al auxilio de un buitre agotado

El animal permaneció hora y media en el tejado de una casa de El Rodriguillo para descansar

La presencia de una de las aves más grandes de la Península despertó expectación en Pinoso INFORMACIÓN

El buitre leonado no podía soportar más el bochorno del mediodía. Era un ejemplar adulto y estaba agotado. Así que decidió separarse del grupo y al no encontrar una buena corriente de aire se posó sobre el tejado de una vivienda particular de El Rodriguillo, que antaño fue bodega. Sólo quería descansar un ratito antes de retomar el vuelo. Al fin y al cabo le esperaba un largo trayecto. Posiblemente venía de la Font Roja o de Mariola y tenía por destino la Sierra de Cazorla.

Pero tan pronto como Javi y Conchi y sus hijos Alejandro y Manuel se percataron de la presencia de la enorme ave rapaz en su tejado avisaron rápidamente al Ayuntamiento. Así que a la pedanía de Pinoso acudió al mediodía de ayer hasta el alcalde Lázaro Azorín, un amante de la naturaleza que no suele perderse las sueltas de ave en la localidad.

El buitre miraba a los humanos con extrañeza y los humanos al buitre con expectación. Parecía tranquilo pero, ante la posibilidad de que estuviera herido tras haber sufrido en el trayecto alguna colisión o enganche con cables o vallados, el alcalde decidió pasar a la acción. En ese momento el técnico del Área de Medio Ambiente, José Carlos Monzó, se encontraba impartiendo una charla en el instituto así que le fue trasmitiendo las instrucciones por el teléfono móvil. Azorín se subió entonces al tejado y antes de bajar pudo comprobar, desde una distancia prudencial, que el buitre no presentaba herida alguna.

Buena corriente

Una hora y media después de su parada de descanso el Gyps fulvus -que ese es su nombre científico- pilló una buena corriente de aire y alzó el vuelo sin decir adiós. Fue entonces cuando los presentes observaron su belleza y enorme tamaño. De hecho es una de las mayores rapaces que puede encontrarse en la Península Ibérica y, con sus más de dos metros y medio de envergadura, supera incluso al águila imperial ibérica. Y así acabó la historia de un buitre agotado por el calor que fue auxiliado por un alcalde.

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