Todo por la patrona. El único punto en común entre los antiguos labradores de las Virgen y quienes, en la multitudinaria romería que se celebró ayer, llevaron a hombros a «La Serranica», desde la Casa de la Columna hasta la basílica del Socorro, es la Virgen de la Nieves.

Por ella, quienes durante años han tenido el privilegio de cargar a la imagen en el último tramo del camino desde su santuario en Hondón de las Nieves hasta el centro de Aspe, dieron en el último momento su brazo a torcer y se retiraron de la pugna mantenida en las últimas semanas con los elegidos mediante sorteo para portar a la Virgen. Aunque siguen considerando que se les ha usurpado un derecho y que el alcalde, Antonio Puerto, y la concejala de Fiestas, Nieves Martínez, «incumplieron el mandato judicial». Así, los históricos acompañaron a la patrona durante todo el recorrido, como años antes lo habían hecho, pero al llegar a la Casa de la Columna en lugar de cargar ellos con las andas fueron los nuevos los que ocuparon sus puestos y ellos la acompañaron alumbrando.

A quienes, por primera vez, no cumplieron con el legado de sus antepasados se les encogió el corazón mientras quienes se estrenaban en el cargo sonreían, después de semanas ensayando.

El acto

Dejando a un lado el conflicto vivido en las últimas semanas, miles de romeros se reencontraron con la patrona compartida para dar la bienvenida a la Virgen y a las fiestas que se celebran en su honor. Y con ellos estará hasta el próximo 24 de agosto, día en el que emprenderá el camino de vuelta a Hondón.

La romería de traída se celebra cada dos años, coincidiendo con el par, y marca el inicio de las Fiestas Mayores de Aspe. Los aspenses tomaron de manos de sus vecinos de Hondón de las Nieves a la patrona en el límite entre los dos municipios, «El Collao».

La reunión

Horas antes de la romería, la concejal de Fiestas, Nieves Martínez, reunió a los anteriores y a los nuevos labradores. El motivo era dar la información oportuna sobre los turnos del espacio en que los labradores tienen el privilegio de llevar a la patrona. Después de leer un escrito, los antiguos labradores abandonaron la sala y lamentaron «el gran daño moral que se nos está infligiendo» aunque finalmente, por la Virgen, decidieron renunciar a llevarla durante la romería.