La grandiosa Entrada Cristiana llenó las calles de público en una velada histórica para las fiestas de Novelda. Los músicos de la Santa María Magdalena abrieron el esperado festejo en el que el bando cristiano demostró su poderío, haciendo gala de garra y clase desde la calle Reyes Católicos hasta Maestro Ramis. Eran las nueve de la noche, de una noche cálida pero agradable, cuando irrumpió en el engalanado campo de batalla el boato de la comparsa de Astures. Anunciaban la llegada del Embajador y la Reina Cristiana, Inés Díez, en su espectacular carroza.

Primero los banderines del bando de la cruz, luego el de los Astures -la primera comparsa del bando cristiano fundada en Novelda- y, a continuación, tres escuadras de la Asociación de Comparsas y Filás Astures de la Comunidad Valenciana. Todas ellas blandiendo sus estandartes con orgullo en un boato amenizado por las collas Marroquíes de Elda y Demá Més y que contó, además, con la novedosa participación de una banda de gaiteros. Las danzas le dieron un toque lírico a una escenificación a la que también se sumaron el Batallón Astur, Sense ganes de pensar, Tots Per Terra y Llandoses.

Los bravos Mozárabes cerraron el paso triunfal del bando Cristiano, pero antes la comparsa de Zíngaros se encargó de escribir una nueva página en la historia de los Moros y Cristianos de la capital del mármol tomando parte en su primera Entrada. El acontecimiento lo requería y a la escuadra de los noveldenses Azaharas los acompañaron más de sesenta zíngaros procedentes de las vecinas localidades de Elda y La Romana, amenizados por la Sociedad Instructiva Musical Romanense y la banda Los Flamencos, e integrados en las escuadras Cazcabel, Damastutes, Las Lolas, Lazada, Mezclaico, Pikaras, Prapsodia, Zapatiestas, Zinvergüenzaz y Zylahis. Todo un espectáculo de panderetas al aire.

Al filo de la madrugaba finalizaba el desfile el bando Moro con las comparsas Beduinos, Negres Betanics, Omeyas, Piratas y Damasquinos. Por cierto, el capitán y la abanderada de esta última comparsa tuvieron que completar el recorrido a pie, desde mitad del itinerario aproximadamente, porque un caballo se puso nervioso y era peligroso seguir montándolo.