El primer agricultor de la provincia en abrir el grifo del agua trasvasada del Júcar para regar sus sedientos cultivos no pudo pegar ojo en toda la noche. La emoción se lo impidió. «Estaba tan nervioso, después de tres meses preocupado por la sequía y la restricción en el riego, que no he podido dormir por ver con mis propios ojos la llegada del agua que nos da la vida», reconocía José Demetrio Polo Amorós mientras comprobaba, junto a un compañero, que los caudales recién llegados al embalse del Toscar, de Monóvar, desde el Azud de la Marquesa, de Cullera, comenzaban a regar, gota a gota, las secas cepas de su finca de tres hectáreas situada en La Solaneta.

«El trasvase es la salvación de nuestros campos y si mi viña no está feliz yo tampoco puedo estar feliz», señaló el agricultor de 38 años, hijo y nieto de agricultores, advirtiendo que «estábamos al límite y este riego de socorro va a resucitar nuestros cultivos, que estaban moribundos». De hecho estima que de los 25.000 kilos de uva Cabernet Sauvignon que suele recoger cada año, con la sequía y la sobreexplotación de los acuíferos subterráneos va a perder 10.000 kilos sólo en este campaña. «Y desde luego yo puedo sentirme un afortunado porque casi la mitad de los viñedos del Medio Vinalopó ya han perdido toda la cosecha», añade con tono preocupado.

Pero no es el único problema al que se enfrentan los viticultores de la provincia. La falta de agua -en Monóvar no llueve desde abril de 2013- ya ha afectado a la cepa de tal modo que en la cosecha del próximo año él ya prevé una caída de 5.000 kilos. «Y eso siempre que no hayan restricciones de riego y llueva como debe hacerlo -precisaba- porque en caso de no hacerlo las viñas de secano van a morir todas». Afortunadamente en Monóvar éstas sólo ocupan un 10% de la superficie dedicada a vinificación.

José Demetrio venía pagando el agua de riego de los pozos de la cooperativa Santa Catalina, de la que es socio, a 0,30 céntimos el metro cúbico más el IVA. Por los caudales del Júcar podría pagar 0,18 céntimos más el IVA. Él lo califica de «buen precio» y para sus viñas también considera el aporte del Júcar de «buena calidad» aunque proceda del curso bajo del río.

«Llevaba un mes sin poder regar y para mí esto es una bendición», dice feliz viendo a su viña feliz.