Juan Antonio Iniesta, expresidente del Alicante, negoció semanas atrás comprar la plaza federativa de Segunda División B que dejó vacante el Ourense para trasladarla a Villafranqueza, donde hoy por hoy tiene mando en plaza el Independiente Alicante, club que ha pasado a controlar las instalaciones de El Palamó por decisión municipal pese a no tener registrada actividad en competición.
Iniesta planteó la compra de esa plaza federativa -valorada en algo más de 200.000 euros- como «maniobra de desagravio» para quedar «en paz con el alicantinismo», pero sus intenciones no llegaron a buen puerto. A modo de explicación se cruzan dos versiones: La primera apunta a que no se alcanzó un acuerdo para consensuar a la gente que debía asumir la dirección del proyecto, una vez que Iniesta dejó claro que al frente del Independiente Alicante tenía intención de imponer a personal de su confianza.
La otra señala al presupuesto, cuyo cuantía se intuyó muy elevada.
Asimismo, antes de plantear la opción de comprar una plaza en Segunda B, se pulsó la posibilidad de adquirir una de Tercera División. Para ello, las miradas se colocaron sobre el Jove Español de San Vicente, cuya directiva se negó en rotundo a ese traslado. Igual sucedió con el Novelda, club que también se sondeó para llevar a cabo el traslado.
La operación diseñada por Iniesta para devolver fútbol de categoría nacional al campo de Villafranqueza buscó mayor calado al intentar incluir la figura de Antonio Solana, otro exdirigente del Alicante CF con notable influencia entre el alicantinismo. De hecho, Iniesta propuso la presidencia tanto a Solana como a Basilio Patiño, pero en ambos casos recibió la negativa como respuesta durante una reunión que tuvo lugar en San Vicente del Raspeig.
