Érase una vez un mecánico de Elda al que le gustaba tanto la cerveza que un buen día decidió elaborarla con sus propias manos y en su propia casa para saborearla con el placer añadido que el artesano siente por su obra. Para ello consultó libros, contactó con expertos, probó muchos tipos diferentes de cerveza, compró el mejor cereal cebada fundamentalmente y el lúpulo más aromático y se puso manos a la obra.

Como fabricante casero y puramente artesanal Eloy Santos tuvo, en sus inicios, sus momentos buenos, malos y regulares pero al final le «cogió el truco» al asunto. Los familiares, amigos y vecinos que probaban su cerveza siempre le pedían más y la demanda crecía por meses así que, ocho años después de que produjera su primer vaso de cerveza, ha decidido convertir su afición en una aventura empresarial. Un proyecto que encara con 51 años de edad, en el que ha invertido 40.000 euros, en el que ha empleado doce meses de preparativos y que inicia la próxima semana en un local de apenas 50 metros cuadrados de superficie, que se halla situado en la dinámica avenida Alfonso XIII de Elda, y en el que va a ser capaz tal y como el propio Santos asegura de producir 1.000 litros semanales con los tres empleados que ya ha contratado. Incluso ya ha comprado el camión de reparto de «La Monastil», que es el nombre que le ha dado a su cerveza en homenaje al poblado íbero-romano de El Monastil de Elda, cuyo origen se remonta al siglo quinto antes de Cristo y que se constituyó como una de las poblaciones contestanas más relevantes del levante español.

«Yo me he dedicado toda la vida al recauchutado de ruedas que es lo mío lleva 37 años en el sector pero hace ocho años empecé a hacer cerveza porque a mí el vino no me gusta y yo hago siempre lo que me gusta», sentencia Eloy Santos admitiendo ser un autodidacta en el sentido más amplio del término. Un autodidacta que, de momento, va a poner a la venta diez tipos diferentes de cerveza: cuatro variedades rubias y dos negra, con sabor a romero, jengibre y café entre otras. Todas con cinco grados de alcohol pero la que más adeptos tiene, por el momento, es la negra caramelo y lo único que Santos no va a ofrecer a su clientela es cerveza sin alcohol. «Eso, que yo sepa, es para las ranas», dice sonriendo. Otra de las particularidades de su pyme es que sólo se vende al público y en su propio taller al precio de un euro el botellín de un tercio de litro. «La Monastil» no se va a comercializar ni en barriles ni en «litronas» y su inventor afirma, sin ocultar su orgullo y satisfacción, que «aunque en España hay en estos momentos 350 fabricantes de cerveza artesana, la mía es la primera que se va a poner a la venta a un precio comercial».

Eloy sólo se queja de una cosa. De la burocracia. «Tendría que haber abierto en julio pero con tanto papeleo, permisos, inspecciones y autorizaciones me ha resultado imposible y los planes se me han retrasado tres meses», señala quien en unos días va a convertirse en el único fabricante de cerveza de Elda. Pero no será el primero porque en 1905 ya hubo en la ciudad una fábrica de cerveza que sucumbió ante el «boom» industrial.