Primero comprobó que su vecino de la segunda planta no estaba en casa y luego se descolgó con sigilo desde su piso de la tercera planta. Lo hizo a través del patio de luces con dos cuerdas. Una para él y la otra con la bolsa atada en la que iba a guardar el botín.

Una vez en el interior del inmueble se apoderó de diversos objetos, la mayoría pequeños electrodomésticos, pero llegó el momento de regresar al hogar subiendo por la misma cuerda. Y la avaricia rompió el saco porque el ladrón intentó llevarse, debajo del brazo, la torre de un ordenador que no le cabía en la bolsa. Era una misión imposible. Se requería una destreza felina y una fuerza colosal de la que el delincuente-escalador no parecía disponer con los 42 años recién cumplidos. Así que se quedó sin fuerzas y terminó precipitándose al vacío, junto a la torre del ordenador, desde más de seis metros. Pero tuvo suerte. Las cuerdas de los tendederos de ropa frenaron su caída y amortiguaron el golpe contra el patio.

Era viernes al mediodía y una patrulla policial se dirigió rápidamente al domicilio, sito en las inmediaciones del viejo estadio Pepico Amat. Con la información recibida la primera hipótesis que se barajó fue la de un extraño suicidio en la que la víctima se había arrojado al vacío con un ordenador. Sin embargo al llegar al lugar los agentes comprobaron que era un conocido delincuente y, además, vieron las dos cuerdas colgando en el patio de luces, una de ellas con una bolsa llena de objetos sustraídos, por lo que el asunto quedó aclarado. Al hombre le dolía todo el cuerpo así que, una vez detenido, los agentes lo condujeron al Hospital de Elda. Pero minutos después era dado de alta porque no sufrió heridas de consideración. Así que de Urgencias a la Comisaría antes de quedar en libertad con cargos.