El Ayuntamiento de Elda conoció el 1 de octubre de 2011, a través de un artículo publicado por este diario, que una enorme escombrera ilegal había surgido, en menos de tres meses y en pleno casco urbano, sin que nadie viera, oyera ni supiera nada. Concretamente en una zona verde, para más inri, situada detrás del ecoparque municipal y dentro de la zona de protección del cercano cauce del río Vinalopó.

Este medio pudo comprobar entonces que el recóndito lugar carecía de valla y vigilancia, y que las toneladas de residuos depositados en el clandestino vertedero podrían proceder de las obras de reforma de calles, jardines, parques o edificios públicos de Elda por la mayoritaria presencia de fragmentos de muros, aceras, adoquines y asfalto debajo de los cuales, además, se encontraban enterrados los emblemáticos árboles del amor, que fueron condenados a muerte durante la polémica construcción del aparcamiento subterráneo de la Gran Avenida.

El 19 de octubre de 2011 el concejal de Medio Ambiente de Elda, el popular Jesús Sarabia, se mostró sorprendido por la existencia de la escombrera y admitió que la actuación era ilegal, asegurando que abriría una investigación al objeto de conocer la procedencia de las montañas de cascotes que se acumulaban en la zona. Pero no le hizo falta porque este diario pudo comprobar ese mismo día, y también fotografiar, cómo un camión realizaba portes a la zona para verter los restos de asfalto y aceras que una pequeña excavadora estaba retirando en la avenida de Sax; en los trabajos del Plan Confianza que se estaban acometiendo desde agosto con cargo a la Generalitat.

El concejal de Obras, el popular Alberto García, justificó al día siguiente el uso de la escombrera ilegal por tratarse de un "hecho puntual" destinado a reciclar el asfalto de la avenida de Sax. García asumió toda la responsabilidad, excusó al concejal de Medio Ambiente indicando que éste desconocía el asunto por tratarse de una medida provisional, aseguró que una máquina trituradora convertiría todos los escombros en zahorra artificial y se comprometió a sellar el vertedero y restaurar ambientalmente la amplia zona afectada. Sin embargo, al grupo socialista no le convencieron ni las excusas ni las promesas dadas por Alberto García y presentó una denuncia ante el Seprona al considerar que los hechos podían ser constitutivos de delito. Pero el edil de Obras lo prometió en octubre y lo ha terminado de cumplir en febrero, tal y como este diario verificó ayer tras visitar la zona y comprobar que la escombrera ha desaparecido y se han plantado unos arbolillos, aunque no son del amor.