Nueva cita de Elda con San Antón. El patrón de las fiestas de Moros y Cristianos volvía a darse ayer un baño de multitudes en el día de su festividad, una de las pocas fechas en las que la imagen del santo anacoreta sale de su ermita, una cita que se repite cada enero y que tiene tres elementos esenciales: el pan, una gran hoguera y decenas de animales que esperan pacientemente para recibir una bendición.

La asistencia de ayer, no obstante, se resintió con respecto a años anteriores por una climatología adversa, que no invitaba a quedarse durante más de una hora en la calle, si bien un 17 de enero nunca se ha caracterizado por tener una temperatura agradable. El resultado: muchos paraguas, por la ligera lluvia que iba cayendo de forma intermitente, y mucho frío, pero también ganas de participar.

Así, a las ocho de la tarde, los actores principales de esta velada con el santo marchaban hacia la ermita realizando un pasacalles desde la iglesia de Santa Ana hasta la ermita. En sus alrededores, y desde minutos antes de que empezase la eucaristía, ya se amontonaban cientos de personas, muchas de las cuales querían tomar posiciones para que sus animales recibiesen el agua bendita. Allí, a las puertas de la "casa" de San Antón, el párroco de Santa Ana, José Abellán, daba inicio a la eucaristía, asistido por otros párrocos de la localidad. La misa al aire libre concluía a las nueve, con Abellán lanzando uno de los muchos vivas que dedicaría a San Antón esa noche.

Poco antes de las nueve y media, la figura del santo anacoreta salía a la calle, a hombros de la comparsa de Contrabandistas, con disparos de pirotecnia, el repicar de las campanas de su casa y el ladrido de decenas de perros asustados ante tanto estímulo. Era en ese momento en el que también se prendía ha hoguera a la que más tarde daría las tradicionales tres vueltas. Aún envuelto por el humo de la mascletá y el de la propia hoguera, la imagen recorrió unos metros para quedar instalada en el frontal para presidir la bendición de los animales, con especial protagonismo, un año más, de los perros. Los miembros de la Mayordomía de San Antón se apuraban, yendo de un lado para otro, en que todo se desarrollase sobre el guión previsto.

"Los animales comparten la vida del hombre en todas sus vicisitudes", dijo Abellán, recordando que Dios se manifiesta a través de ellos, y recordó varios pasajes de las escrituras en los que los animales fueron protagonistas. El párroco se internó entre la multitud, repartiendo su bendición, antes de hacer lo propio con los tradicionales panes.

U nuevo repicar de campanas sonaba antes de que la figura de San Antón emprendiese de nuevo, y entre aplausos, la marcha hacia la hoguera. Ahí, al calor de las brasas, llegaría el fin de fiesta con las vueltas y las típicas danzas.