En 1899 un grupo de músicos y escritores, entre los que se encontraba el compositor villenense, Ruperto Chapí, crearon en Madrid la Sociedad de Autores Españoles ahora SGAE (Sociedad General de Autores) con el fin de defender y gestionar los derechos de propiedad intelectual de sus socios y evitar los abusos de los intermediarios que se hacían con sus obras, convirtiéndose en sus propietarios. Una mesa de caoba, decorada con marquetería, de más de cuatro metros de longitud y doce sillas también de caoba, presidía las reuniones que mantenían periódicamente los primeros fundadores de la Sociedad de Autores Españoles entre los que se encontraban los escritores Sinesio Delgado, Carlos Arniches, los hermanos Álvarez Quintero, el libretista Federico Romero Saráchaga y los compositores Ruperto Chapí y Rafael Calleja Gómez.

En una de las visitas que realizó, a finales de los años 90 del siglo pasado, el alcalde popular Vicente Rodes a la delegación de la SGAE en Valencia, donde habían ido a parar la mesa y las sillas, le comentaron la procedencia de la misma. Rodes quedó admirado por la magnitud de la mesa, su perfecto acabo y siendo de Villena Ruperto Chapí, consideró que el mejor lugar para mostrar la mesa era el despacho de Alcaldía. La SGAE donó al Ayuntamiento la mesa de caoba y las 12 sillas, que desde el año 2000 presidía el despacho del alcalde. Fue utilizada por Rodes como mesa de reunión de la Junta de Gobierno Local, así como para recibir a autoridades, personalidades y realizar ruedas de prensa hasta 2003.

Con la llegada de la socialista, Vicenta Tortosa a la Alcaldía la mesa y las sillas salieron de este despacho. Más tarde se trasladó a las dependencias de la concejalía de Educación en la primera planta de la Oficina de Turismo de la Plaza de Santiago, donde ha estado en un despacho los últimos cuatro años. Finalmente, debido a que este espacio va a ser utilizado por los técnicos del Museo Arqueológico José María Soler la mesa fundacional de la Sociedad de Autores Españoles y sus 12 sillas, con más de 100 años de historia, han sido embaladas para su correcto mantenimiento y almacenadas hasta que el nuevo Museo de la Ciudad, previsto en el edificio de la Electroharinera abra sus puertas.