Las mafias que trafican con armas en el continente africano introdujeron un cargamento entre el material sanitario preparado por una ONG alicantina, Oasis, para realizar una expedición en Togo el pasado mes de septiembre.

Las autoridades del puerto de Marsella, en Francia, lugar desde el que debía zarpar el contenedor, encontraron entre las cajas de medicamentos, vendas y otros productos, metralletas AK-47, así como granadas de mano y minas antipersonas. Como consecuencia del hallazgo, el contenedor fue retenido y se inició una investigación que llegó hasta la ONG alicantina, que tuvo que demostrar que no conocía la procedencia de las armas que se encontraron entre el cargamento del contenedor.

Dicha investigación, de la que no han transcendido más detalles, estuvo en marcha hasta el pasado 20 de septiembre, momento en el que el cargamento pudo zarpar por fin, llegando a finales de octubre, una vez finalizada la expedición médica.

El contenedor se contrató en origen en la modalidad de «grupaje», compartido con otras organizaciones, con tres meses de antelación para asegurarse la llegada antes que los médicos de la ONG.

Preparación

Esta es la cruda realidad que vivió la organización humanitaria alicantina Oasis en su misión sanitaria anual hacia la recóndita ciudad de Dapaong, una expedición anual en la que participan varios profesionales del Hospital General de Elda-Virgen de la Salud y del Hospital Santa Lucía de Cartagena.

La particularidad de este año comenzaba con la omnipresente crisis. La falta de fondos obligaba a Oasis a recurrir al «grupaje». El propio presidente de la asociación, Antonio Aragón, lo relata así. «Nos costo un mundo conseguir la pasta para poder mandar el material. Esta vez recurrimos a un contendor compartido para intentar abaratar nuestro envío y poder llegar y tratar a la mayor cantidad posible de pacientes».

La mala suerte se cebó con Oasis y, listo el contenedor para partir de tierras francesas una vez enviado el material desde Alicante, se retuvo al detectarse la presencia de armas. «Unas cuantas unas cuantas AK47, granadas de mano y minas antipersonas para alguno de los muchos socios del club del bang-bang que por allí pululan», continúa Antonio.

El contenedor se había llenado con la parte de Oasis con tres meses de antelación, para asegurar que estuviese ya en Dapaong a su llegada. Sin embargo, el sorprendente hallazgo de las armas dio como resultado una investigación de las autoridades francesas que, por supuesto, llegó hasta la organización alicantina. Pero lo peor no era eso, sino que las pesquisas realizadas desde el país vecino iban a retrasar la salida del contenedor.

Soluciones

La retención del material obligaba entonces, ya en el mes de septiembre, a tomar decisiones rápidas. «A una semana de tomar el avión, ahí estaban los médicos de Oasis pegando carreras nuevamente. Esta vez para intentar recopilar todo lo necesario para la expedición con el que poder operar y así no perder la inversión en billetes aéreos y sobre todo para no dejar tirados a aquellos pacientes olvidados que nos esperaban con las manos abiertas», recuerda Antonio.

De esta manera, los médicos partieron hacia Togo con el material en las manos -«dos maletas de 23 kilos por cabeza». Agujas, antibióticos, clavos de trauma y material médico vario, además del propio equipaje. «Lo dicho, un follón», sentencia Antonio.

El final, sin embargo, fue todo lo feliz que se esperaba. Aún con el contratiempo, la organización consiguió su objetivo. El equipo de profesionales, formado por dos anestesistas, un traumatólogo, un cirujano plástico, una enfermera, un auxiliar y dos cooperantes, realizó un total de 196 consultas médicas y 47 intervenciones, 35 de las cuales se realizaron a menores de 14 años. La expedición estuvo en Togo desde el 24 de septiembre hasta el 7 de octubre.

Antonio Aragón recuerda ahora la anécdota con sorna, hasta con cariño atendiendo a un viejo sueño de infancia: «De pequeño siempre quise dedicarme a algo excitante, pleno de aventura y que la adrenalina corriera a borbotones y me saliera por las orejas. Astronauta, explorador, científico loco, piloto de combate o un simple traficante de diamantes o en su defecto, de armas. Y fíjate por donde, a veces los deseos se hacen realidad». En el horizonte, como no, el deseo y la seguridad de volver el próximo año para poder «estrenar» el bloque quirúrgico que se acaba de inaugurar en el Centro para Discapacitados Físicos y Psíquicos Don Orione de Bombouaka, la contraparte de Oasis en África.

Más medicinas

Después de cinco semanas, al finales del pasado mes llegaba por fin a su destino el cargamento, dejando así un aporte extra de material, según relata el vicepresidente de Oasis, el traumatólogo Javier Sanz, miembro también del equipo médico. La rocambolesca historia que ha rodeado a la expedición de Oasis a Togo este año supone el primer contacto de la organización con este fenómeno. Sin embargo, la presencia de «material de riesgo», sean armas o droga, está al orden del día cuando se realiza el «grupaje», según reconoce la empresa de transporte que contrató Oasis en la ciudad de Alicante, ya que una vez llega la mercancía al contenedor es difícil saber la procedencia del resto de carga. Un responsable de dicha empresa aseguraba ayer que se trata de un fenómeno muy extendido, especialmente si se envía a África.