El toro de Osborne que se sitúa en la ladera del Portichol, en termino municipal de Monforte del Cid, es ahora bicolor. Convertido, más allá de un icono publicitario, en patrimonio cultural y artístico de los pueblos y campos de España, se trata del único toro que queda en la comarca y, estos días, consecuencia de lo que constituiría un nuevo episodio de vandalismo contra estas emblemáticas vallas publicitarias, ha "adoptado" una versión en blanco y negro. La silueta del astado aparece ahora con la mitad inferior pintada de blanco, como intentando ocultar una pintada anterior en la que se adivinan unas grandes letras también en blanco. No es la primera vez que las pintadas afectan a la histórica silueta del toro y, de hecho, la valla del Portichol protagonizó la romántica gesta de un joven que, en el año 2007, escribió un mensaje a su novia -"Te quiero, Dori"-, que acabó siendo premiada por una agencia de publicidad.

Con su nueva versión bicolor, la valla del toro de Osborne del Portichol es la única representación que queda en la comarca de la histórica campaña publicitaria, tras la desaparición hace unos años de la valla que se ubicaba en la ladera de Alenda Golf, también en término de Monforte del Cid. La estructura se cayó en 2007 a consecuencia de las obras que se realizaron con motivo de la ampliación de la A-31. Varios colectivos promovieron entonces que el toro volviera a reubicarse, pero poco después de su restauración y colocación en el monte los actos vandálicos se cebaron con él. Unos vándalos cortaron con una radial la estructura metálica provocando de nuevo la caída del toro. Era la segunda ocasión que la estructura metálica se veía dañada y , por el momento, la figura taurina no se ha vuelto a reponer.

Un símbolo con mucha historia

Fue en el año 1957 cuando los primeros toros empezaron a colonizar las laderas de la red de carreteras y se fueron haciendo un hueco en todo el territorio nacional hasta convertirse en símbolo cultural. En la actualidad, hay un total de 90 toros repartidos por toda la geografía española, siete de los cuales se ubican en la provincia de Alicante y pueden apreciarse desde la Nacional 332, una ubicación estratégica, utilizada hoy también como reclamo turístico.

Un mensaje de amor en la piel del toro

El toro de Osborne situado en la ladera del Portichol ya se hizo famoso en 2007 cuando un joven vecino de Elda, Rubén Navarro, protagonizó una escena de amor, pintando sobre la figura un mensaje en el que se podía leer: "Marta no me olvides. Te quiero Dori". El joven que veía peligrar la relación con su novia, a la que apodaba cariñosamente como "Dori", en homenaje al pez de la película "Buscando a Nemo", buscó esta original iniciativa para reconquistar a la joven. Lo que no podía imaginarse este joven eldense, es que su romántico gesto iba a llamar la atención de una agencia de publicidad y que el mensaje a su novia iba a convertirise en el el protagonista de los Premios Alce, en reconocimiento a la creatividad de la iniciativa.

El Toro de Osborne estuvo a punto de desaparecer de las carreteras a mediados de los años 90, al aplicarse una por entonces reciente ley que obligaba a retirar las vallas publicitarias visibles desde carreteras nacionales. Los primeros toros eran de madera, medían cuatro metros y llevaban la marca "Veterano" pintada en blanco. En 1961 su naturaleza cambió. Sus constructores optaron por la chapa metálica para evitar el deterioro e hicieron que crecieran hasta los siete metros. La publicidad funcionaba y justo entonces ocurrió algo que la convertiría en leyenda del sector: empezaron a llegar las "amenazas" en forma de normativa.

La primera se aprobó en 1962. Una nueva ley sobre publicidad en carreteras fijó que todo anuncio estuviese a 125 metros de distancia de las vías. El Toro se alejaba de la vista de los conductores y Osborne reaccionó duplicando el tamaño de sus logotipos.

En 1988, una nueva ley prohibió cualquier tipo de anuncio en las autopistas públicas españolas. Fue entonces cuando desapareció la marca de la empresa de las vallas, aunque éstas se mantuvieron, envueltas en la polémica. Entre 1990 y 1994 asociaciones y particulares incluso celebraron recogidas de firmas para convertir al toro en "símbolo cultural y artístico" de los españoles y salvarlo de la persecución a la publicidad exterior.

En 1994, el Reglamento General de Carreteras del MOPTMA (Ministerio de Obras Públicas, Transporte y Medio Ambiente) puso otra vez en suspenso la vida del toro ordenando retirar todas las vallas. Y, de nuevo, parte de España salió en su defensa. Numerosos municipios ofrecieron su propio terreno para levantar estos anuncios y varias Comunidades se pronunciaron a favor de que se mantuviesen en sus carreteras. Las que más lejos llegaron fueron la Junta de Andalucía, que pidió su catalogación como "bien cultural", y la Comunidad Foral de Navarra, que se amparó en una Ley Foral para mantener el toro de su territorio.

Entonces, este icono publicitario dio un paso histórico para un elemento de su categoría. En noviembre de ese año tomó el Congreso, donde se aprobó una propuesta que le declaraba como una herencia cultural y artística del paisaje español.

En diciembre de 1997, el Tribunal Supremo se sumaba a la "amnistía" a los carteles, declarando las siluetas parte del patrimonio cultural y artístico. La sentencia dejaba claro que "ha superado su inicial sentido publicitario y se ha integrado en el paisaje y debe prevalecer, como causa que justifica su conservación, el interés estético o cultural, que la colectividad le ha atribuido".

Hoy, 50 años después de que se erigiese el primero, son más de 90 los Toros de Osborne que pastan por España.