La Asociación para la Conservación y Desarrollo del Patrimonio Natural y Cultural de Villena, Salvatierra, ha denunciado públicamente el vertido de miles de cartuchos de escopeta en las zonas cercanas al campo de tiro de Biar. El colectivo denuncia que, además del importante impacto paisajístico de las fundas de los cartuchos, queda en el terreno el residuo de los perdigones de plomo practicamente invisible, enterrado y repartido por toda la zona. El abandono en la naturaleza de restos de perdigones de caza supone un grave problema de contaminación ambiental que conlleva la intoxicación de animales, y que se produce por la ingestión inadvertida de perdigones, habiéndose descrito por esta causa casos, sobre todo, en aves rapaces, aunque también en ganado o reptiles.

La intoxicación de las aves por la ingestión de perdigones o postas de caza produce el denominado plumbismo. Las aves ingieren los perdigones al confundirlos con las piedrecitas que les ayudan a digerir el alimento diario. Los perdigones quedan finalmente retenidos en la molleja del ave, el lugar donde tiene lugar la trituración de la comida. Entonces, el plomo se desgasta o se disuelve en los jugos gástricos, absorbiéndose una cierta cantidad por el organismo. Pocos días después aparecen los primeros síntomas, centrados en problemas digestivos y neuronales, que provocan diarreas y pérdida de equilibrio. Muchas de las aves afectadas por el plumbismo mueren en poco tiempo escondidas entre la vegetación. La solución pasa por la prohibición de los perdigones en la caza, medida que ha sido ya adoptada por algunas naciones, comercializándose alternativas con zinc, estaño o tungsteno.

Desde la asociación Salvatierra, se califica de inadmisible este vertido de cartuchos en pleno monte, cerca del campo de tiro de Biar, señalando otros ecologistas que en los montes del término de esta localidad es fácilmente comprobable la cantidad de cartuchos de caza que quedan esparcidos por el terreno.