El edificio judicial de Villena tiene muchas décadas a sus espaldas y pocas obras de reforma y mantenimiento. Por eso dicen los funcionarios que el Juzgado hace aguas o, mejor dicho, grietas.

Primero fueron los expedientes en el váter por la falta de espacio y estanterías, luego la plaga de hormigas, más recientemente las inundaciones del sótano por las filtraciones de aguas fecales del alcantarillado y ahora le ha tocado el turno a la cubierta del inmueble, que presenta unas grietas que son tan generosas como peligrosas y no han surgido por generación espontánea. Llevan ahí algo más de dos años y han ido creciendo con la colaboración de las humedades que se extienden por la fachada y los remiendos que la Conselleria de Justicia ha ido poniéndole, de forma puntual, para aplazar la solución definitiva a un problema del que la plantilla judicial ha informado en reiteradas ocasiones a la Administración competente. Pero sólo se han obtenido promesas de actuaciones inminentes que hasta la fecha siguen sin materializarse. Ayer desde la Conselleria se aseguró que esta misma semana, o la que viene a más tardar, los técnicos de Justicia aportarían una solución definitiva a los desperfectos de la azotea. Ésta vez parece que "es la buena" aunque los trabajadores siguen mostrándose incrédulos. Además, para evitar que la caída de cascotes pueda ocasionar algún disgusto entre los viandantes han tenido que colocar vallas de seguridad en la calle lo que, a su vez, ha reducido las pocas plazas de aparcamiento de uso reservado de las que disponía el Juzgado tras la implantación de la cuestionada zona azul. Otra traba más.