Fin de fiesta en Petrer, se acabó lo que se daba. Después de cuatro días intensos, como siempre, los festeros de la localidad amanecían ayer en un día de grandes sentimientos encontrados. Por un lado, la tristeza por tener que salir de esta fantasía guerrera que suponen los Moros y Cristianos, un oasis en la vida cotidiana. Por el otro, el cansancio ya pasaba factura en los festeros, con ganas de vivir el emocionante momento en el que San Bonifacio se despide entrando de nuevo en su ermita mientras los gorros, una vez más, apuntan a lo alto.

Este año, además, Petrer estrenaba un lunes muy diferente a lo que los festeros están acostumbrados. De esta forma, a las diez de la mañana, la calle constitución se volvía a convertir en el campo de batalla. La Guerrilla, tradicionalmente celebrada el sábado por la tarde, se materializaba un lunes por la mañana. Siendo que, en esta ocasión, el Bando Cristiano estaba por recuperar la ansiada fortaleza, eran los combatientes moros los que recorrían la calle del revés, defendiendo la plaza. Finalizada la orgía de pólvora y ruido, los guerreros tomaban posiciones. El peso de esta representación recayó en la profunda voz de Francisco Javier Yelo, a lomos de su caballo, realizando el parlamento "en nombre de Jaime I" ante los infieles moros, que se cacareaban del intento de los "infelices cristianos" de recuperar la fortaleza que antes -el viernes, para ser precisos- habían despreciado. A las 12.30 horas, finalmente, el Embajador rendía finalmente la fortaleza y recuperaba para el reino el control del Castillo entre grandes aplausos, un castillo que este año ha sido propiedad de los moros más tiempo que nunca. Como único incidente reseñable, el desvanecimiento de un niño en los minutos finales requirió que los servicios de emergencia tuviesen que acceder al lugar en el que el Embajador, aunque esto no afectó al desarrollo.

Subida del Santo

El acto que tradicionalmente ha ocupado la mañana de los lunes, se trasladó a la tarde, dejando unas horas más de fiesta. Poco después de las cuatro de la tarde, las comparsas iniciaban la subida de la imagen, con los Labradores a la cabeza. El Santo tardó cerca de tres horas en realizar el camino por las empinadas calles del Casco Antiguo, antes de cruzar la puerta de la ermita con la Marcha Real, un acto reflejo del celebrado el pasado viernes; en un escenario distinto pero igual de emocionante. Tras la entrada de la imagen, se celebró la Misa de Acción de Gracias, antes de dejar la ermita a merced de los festeros, ávidos por conocer los nombres de quienes serán los nuevos cargos para el próximo año.