­Una ola de intentos de robo y vandalismo ha puesto en pie de guerra a los vecinos de los 12 bloques de la plaza Simón Bolívar de Elda, unas viviendas sociales con casi 30 años de antiguedad situadas en el barrio Almafrá, a pocos metros de la moderna Avenida de Ronda. En los últimos días, una vecina ha visto como intentaban entrar en su casa desmontando su puerta, mientras en otros bloques han sustraído las ventanas del rellano, los cristales de la puerta de entrada y roban, casi semanalmente, los cables de los porteros automáticos. La suciedad que se acumula en patios interiores y en los acceso a cada edificio, situaciones provocadas por algunos de sus habitantes y que hacen que la convivencia en los bloques, propiedad del Instituto Valenciano de la Vivienda (IVVSA) y en los que convergen personas de diferentes etnias, pueda estallar en cualquier momento.

Inseguridad

El último intento de asalto a una casa se producía en la noche del domingo. Antonia se encontraba con que habían intentado acceder a su vivienda desatornillando su puerta, cosa que los asaltantes no consiguieron, aunque sí dejarle con «el susto en el cuerpo». Así lo atestigua una denuncia interpuesta en la comisaría de Elda-Petrer, documento oficial que revela una situación más que común en los bloques. En el bloque 7, por ejemplo, las ventanas que dan al rellano han sido sustraídas, con el objetivo de poder acceder a las viviendas.

En otro bloque, una vecina que no quiere dar su nombre, y de etnia gitana, afirma que hace también unos días, en plena noche, comenzó a escuchar cómo aporreaban su puerta con fuerza, aunque la presencia de los residentes en el interior hizo que los asaltantes, relata, desistiesen de entrar en la vivienda. En el bloque 8, las puertas de entrada no tiene cristales, como muestra Soledad Morcillo, puesto que las han roto a golpes.

Suciedad y vandalismo

Un grupo de vecinos, hartos de estas situaciones, se reunió ayer en la plaza para expresar su descontento y reclamar mayor atención de las autoridades. La convivencia, a tenor de lo que se pudo observar allí ayer, parece frágil.

Además de los intentos de robo, las condiciones de higiene en los bloques se ven resentidas por culpa de algunos residentes. Soledad Morcillo lleva desde 1982 residiendo en el primer piso del bloque 8. En el mismo se puede observar cómo se han llevado los cristales de la puerta de entrada. Aunque el portero automático funciona, «porque vinieron a arreglarlo hace poco», los timbres del interior del edificio están, en su mayoría, arrancados. El patio interior y el cuarto de la limpieza son, como mínimo, impracticables, debido a la gran cantidad de basura que se acumula. «Tiran los desperdicios de las ventanas de casa y los dejan aquí», relataba ayer. El aspecto exterior de la plaza es otro cantar, ya que, manifestaba ayer Javier González, otro vecino, pese a que no hay presencia policial, «aquí los barrenderos sí vienen todos los días, son los únicos».

No es el único bloque que se encuentra en esta situación. Pintadas en las zonas comunes, basura y más basura son la tónica habitual. «Y no puedes decir nada porque a la mínima te llaman puta o algo peor», dice Soledad, que ayer se declaraba cansada, además, de tener que proteger su vivienda contínuamente para no ser otra víctima más.