La actividad volvió ayer al yacimiento eldense de El Monastil. Tras unos meses de parón, a la espera de financiación, dieciséis trabajadores, contratados a través del Servef, pudieron retomar ayer las actuaciones dirigidas a la puesta en valor del yacimiento arqueológico para su futura apertura al público, centradas en estos momentos en salvaguardar la muralla bimilenaria. Bajo la dirección del arqueólogo municipal Juan Carlos Márquez, en esta nueva fase del proyecto para la consolidación del yacimiento toman parte un total de 16 trabajadores -dos arqueólogos, un restaurador y trece peones-, que han podido ser contratados a través del programa Emcorp que, con fondos europeos y gestionado por el Servef, ha concedido una subvención de 184.000 euros para el desarrollo de los trabajos en El Monastil. La concejalía de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Elda, por su parte, ha aportado otros 12.000 euros y personal técnico para esta fase del proyecto, que se prolongará durante seis meses.

En riesgo de desintegración

Si en la anterior fase, culminada en el mes de abril, los trabajos se centraron en la consolidación de la alfarería romana, un complejo de 2.050 años de antigüedad que habría sido la primera "fábrica" artesanal del Valle de Elda y que mantuvo una intensa actividad de producción cerámica durante al menos tres generaciones, la actuación que ayer comenzó tendrá como principal objetivo salvaguardar la muralla bimilenaria que rodea el poblado integrado en el yacimiento, declarado Bien de Interés Cultural y considerado una de las joyas del patrimonio histórico eldense. Se trata de una fase fundamental de cara a la puesta en valor del yacimiento, ya que la muralla, construida hace unos 2.300 años, se encuentra en un avanzado estado de degradación, que se ha visto agudizado por las lluvias. Corre así un serio riesgo de desintegración por lo que los trabajos que ayer se iniciaron son vitales para poder garantizar su preservación, como uno de los principales elementos del yacimiento.

La historia de esta muralla, de la época helenística, arranca en las Guerras Púnicas, concretamente en la segunda, durante los enfrentamientos entre romanos y cartagineses. La muralla ha sobrevivido así ni más ni menos a que a más de dos milenios de historia en lo alto de la sierra de La Torreta. Los trabajos de los que ahora será objeto garantizarán que la estructura pueda seguir siendo testigo de la historia.

La escalera habilitada en el marco de la anterior fase, para facilitar los accesos cuando el yacimiento sea visitable, permitirá agilizar notablemente los trabajos. Ayer, los peones utilizaban la nueva infraestructura para subir y bajar el material. Además de la muralla, esta neuva etapa del proyecto prevé consolidar 25 viviendas ibéricas del denominado barrio sur.