Nuestras variedades de cultivo se encuentran en grave peligro de desaparición. En estos tiempos que corren es difícil encontrar un agricultor que todavía trabaje con variedades tradicionales, que guarde sus propias semillas y que gobierne y decida realmente sobre lo que cultiva en su pequeña parcela.

El curso "Semillas, variedades locales y agricultura ecológica" que tuvo lugar ayer en Novelda organizado por La Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE) en colaboración con la Asociación "Llavors d´Ací", en el marco del V Programa de Formación Plurirregional de Agricultura Ecológica, abordó todo lo relacionado con los conocimientos necesarios para que los agricultores, grandes o pequeños, profesionales o aficionados, vuelvan a producir, conservar y utilizar adecuadamente las semillas locales, en sistemas de producción ecológicos.

"La idea de este curso es familiarizar a los agricultores aficionados a extraer semillas y trabajar con los cultivos tradicionales, proporcionándoles una visión integral de los mismos, en el empeño de promover las variedades locales para evitar la pérdida de biodiversidad", según explica Christophe Zreik, componente de SEAE.

Una imagen difícil de romper

Un enorme cambio social ha propiciado que las compras tiendan a girar bajo una estética difícil de romper. "Los consumidores compran con la vista. Sin embargo, tras probar el producto, por ejemplo el tomate, los clientes afirman que el sabor no es como el que era antes", afirma Marta Ribó presidenta de "Llavors d´Ací".

Las explotaciones agrarias son intensivas, dedicadas a una producción muy eficaz que satisfaga cientos de bocas que comen con los ojos. No obstante, los ecologistas defienden los hábitos de consumo poniendo la mirada hacia una producción más local y de temporada que potencie la ecología con la que, dicen, se ganará en sabor y en salud.

La agricultura ecológica no puede luchar con la superproducción de los productos híbridos, pero ayer en Novelda intentaron rebelarse contra este mundo globalizado. Para ello, los responsables y asistentes al curso rescataron del olvido las variedades locales y aportando su grano de arena para frenar la pérdida irreversible del patrimonio genético.