Las Fiestas de Moros y Cristianos unen, igualan y potencian valores solidarios. Sin embargo la "marcha nocturna" inherente a este tipo de celebraciones no siempre responde a las pautas de convivencia, amistad, armonía y "buen rollo" que prevalecen en los actos y momentos de la fiesta diurna. Prueba de ello es el aumento que en las cuatro madrugadas de "Moros" han experimentado los actos incívicos mientras que, de forma paradójica, han descendido notablemente el número de peleas callejeras, su gravedad y el número de implicados. Otro dato destacado por la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de Elda-Petrer es que hasta la madrugada del lunes no se había intervenido en ninguna reyerta con armas blancas o de cualquier otro tipo. Algo sorprendente ante las miles y miles de personas de toda la provincia que suelen acudir a Elda durante estos días atraídas por la gran "marcha nocturna" que se repite fiesta tras fiesta. Con crisis o sin ella. "En lo que a nosotros compete han sido las más tranquilas de los últimos años", señalaba ayer el comisario jefe Ignacio Gómez.

Pero volviendo al tema inicial, el personal de mantenimiento y limpieza viaria no recuerda unos festejos con tantas acciones incívicas y tan violentas contra el mobiliario urbano. "Ha habido más gamberrismo que nunca y ha ido de menos a más, como si creciera la rabia a medida que transcurrían los días", destacaban ayer los profesionales consultados por este diario que achacan buena parte de estas conductas irracionales a los excesos en el consumo de alcohol y de otras sustancias.

El vandalismo pasó ferozmente por el bar de propiedad municipal situado en la Casa Grande del Jardín de la Música. Seis ventanas de las cristalera reventadas, las tablas de madera que cubrían la cocina rotas a golpes y varios cubos de pintura, que el Ayuntamiento guardaba en el interior, abiertos y esparcido todo su contenido por el suelo, las paredes y los bancos de madera próximos. Un precinto de la Policía Local impedía en la mañana de ayer el acceso a la zona a la espera de que los desperfectos puedan ser reparados a partir de hoy. Ha sido la gamberrada más comentada pero no la única. Dos maceteros metálicos de más de 80 kilos de peso cada uno que adornaban la plaza Pau Casals, en el pasaje que une las calles Antonino Vera y Ramón Gorge, fueron arrancados del suelo, arrastrados decenas de metros y uno de ellos lanzado escaleras abajo rompiendo varios escalones de piedra. Una acción en la que debió participar un grupo amplio de vándalos a juzgar por el peso y la dureza del material como también debió ocurrir en la plaza de la Constitución, junto al Ayuntamiento, donde un banco de hierro fundido amaneció ayer hecho añícos.

Decenas de papeleras destrozadas, cabinas rotas, alguna que otra señal de tráfico doblada y muchas sillas de plástico de las que se colocan a lo largo del recorrido de los desfiles irreconocibles. Además, todas las mañanas desde el viernes hasta el lunes los barrenderos se han encontrado con contenedores de basura volcados y también con alguno que otro de vidrio.

Es, en definitiva, la imagen "fea" de las fiestas. La "antifiesta".