El más allá y el más acá guardan grandes semejanzas. Las infracciones urbanísticas, por ejemplo. Esta misma semana un panteón privado y recién construido ha sido demolido parcialmente en el cementerio de Santa Bárbara de Elda. La medida ha sido ordenada por el Ayuntamiento después de que los técnicos municipales hayan detectado que la construcción no se ajustaba a la legalidad vigente. La denuncia de un particular les puso sobre aviso y, según explicaba ayer el edil de Cementerios, "a lo único que se le ha obligado al infractor es a cumplir con la normativa tal y como están haciendo todos los demás desde hace años. Simplemente eso", puntualizó Ricardo Monzó.

En este caso concreto el problema ha sido un desajuste de quince centímetros en la altura de los nichos. Los construidos medían 60 centímetros pero deberían haber alcanzado los 75 centímetros. Una mera cuestión de tamaño que implica un importante coste económico para el constructor y un considerable daño moral para la familia afectada, a la que sólo le cabe el consuelo de que, por fortuna, el sepulcro estaba todavía por estrenar. Hay que tener en cuenta que, por término medio, un panteón puede costar unos 10.000 euros sin contar los 300 euros de la licencia municipal y el valor de compra de la parcela que, en el "superpoblado" cementerio viejo de Elda, ya anda por los 18.000 euros si de lo que se trata es de adquirir únicamente cinco metros cuadrados de suelo. No más.

Las obras de demolición del monumento funerario comenzaron el lunes. Lo primero que hicieron los trabajadores fue retirar los accesorios decorativos y extraer las láminas de mármol que recubrían la tumba familiar para tratar de reaprovecharlas. A continuación procedieron a echar abajo toda la estructura manteniendo sólo las paredes laterales y la divisoria. Una tarea que les ha obligado a alterar la habitual paz del camposanto a golpe de picoleta y taladradora. Muchas de las personas que acuden diariamente al cementerio de Santa Bárbara para visitar a sus difuntos se acercan a la "zona cero" extrañados por los ruidos y también interesados por conocer lo que está ocurriendo. Es normal. No todos los días se derriba un panteón por una infracción urbanística. Así que los operarios tienen que dar muchas explicaciones. Pero a ellos no les importa demasiado. Ni tampoco les da reparo alguno tener que trabajar en un entorno mortuorio. "A mi me dan más miedo los vivos", comentaba uno de los albañiles esbozando una media sonrisa mientras su compañero mantenía una lucha desigual con los ladrillos del 4.

En una semana, aproximadamente, el panteón se ajustará a las dimensiones exigidas. Tres alturas máximo y un osario en la parte inferior. Pero la nueva normativa no es cosa de ahora. Se comenzó a aplicar hace tres años con tres requisitos ineludibles. Altura de los nichos 75 centímetros, anchura 90 y profundidad 250. Y, según ha explicado un empresario marmolista eldense que lleva "toda la vida" construyendo panteones y lápidas, en aquellos casos en los que la parcela se adquirió con anterioridad a la entrada en vigor de la nueva ley también la construcción funeraria debe adaptarse a ella. Siempre en la medida de lo posible. Tal es el caso que exponemos aquí aunque, según recuerda este veterano del sector, todo tiene solución menos la muerte.