Más de un centenar de personas respondió ayer a la invitación realizada por la Plataforma en Defensa del Entorno y el Medio de Villena y participó en el recorrido por los alrededores de las plantas de residuos sólidos urbanos e industriales existentes en el paraje de los Cabezos, a apenas dos kilómetros del casco urbano de la ciudad. A pesar de la fría mañana del domingo, este grupo de vecinos quiso conocer "in situ" la planta de residuos tras una semana marcada por la polémica por el anuncio de la llegada de basura de Valencia y Castellón a la provincia.

Además de soportar los fuertes olores, los asistentes tuvieron la oportunidad de comprobar la amplia superficie que se utiliza para enterrar residuos, por lo que comentaban que "el pueblo de Villena debería estar aquí para que vean lo que tenemos, porque esto no se puede contar. Confiamos que a quien corresponda haga algo, pero la impresión es pesimista". Asistentes a la marcha explicaban que "cuando sopla el viento de noroeste, Villena se llena de olores, pero los olores son lo menos peligroso, porque lo preocupante son los lixiviados que pueden llegar al subsuelo y mezclarse con los acuíferos".

Calificativos como "gigantesco" e "increíble", eran generalizados entre los vecinos al comprobar la amplitud de las instalaciones y de los gigantescos vasos que están preparados para recibir miles y miles de toneladas de basuras. Responsables de la Plataforma pusieron de manifiesto que uno de los objetivos de la planta de Vaersa era el tratamiento de los residuos para su reutilización. Se estima que sólo el 2% de los residuos que llegan actualmente a la planta son tratados. Los camiones entran directamente y son descargados en los vasos donde la basura es enterrada. Ello supone que la vida de la planta que se estimaba en más de 20 años, esté prácticamente al límite de su capacidad, por lo que Vaersa ha anunciado ya una ampliación. Hasta el momento no se había realizado ninguna inversión, y desde hace tiempo los ciudadanos de Villena han de soportar, en muchas ocasiones, un olor nauseabundo que es perceptible en varios kilómetros a la redonda de la planta, abarcando el casco urbano de la ciudad.