Cuatro años ha permanecido Antonio Cortés Escobedo "El zorro" en el Módulo de Aislamiento del centro penitenciario Alicante II, en Villena, sin mantener apenas relación con los funcionarios ni con el resto de reclusos del pabellón más seguro, vigilado y restrictivo en materia de libertades y beneficios penitenciarios. Ayer la dirección general de Instituciones Penitenciarias lo trasladaba en una conducción especial a la prisión gaditana para primeros grados del Puerto de Santa María.

A la larga condena que arrastraba por su participación en numerosos atracos en plena adolescencia le añadió la Audiencia Provincial otros 106 años por liderar el motín de la cárcel alicantina de Fontcalent en los años 90. El tribunal lo consideró autor, junto a varios amotinados más, de los delitos de atentado contra la autoridad, detención ilegal de los ocho funcionarios secuestrados durante la revuelta y de la muerte de un recluso argelino, que fue asesinado de manera brutal con la única intención de buscar notoriedad mediática y forzar a las autoridades a negociar su liberación. Precisamente durante la celebración de la vista oral, que tuvo que repetirse por segunda vez en febrero de 2006, fue expulsado de la sala por mostrar una actitud irreverente y llamar mentirosos a los funcionarios de prisiones que estaban declarando en ese momento ante los magistrados.

Es uno de los presos más antiguos de España pero, por su perfil psicológico, trayectoria delictiva y reiterado rechazo a reinsertarse socialmente, también está considerado como uno de los más peligrosos. Ahora tiene 47 años pero cruzó por vez primera el umbral de una cárcel cuando tenía 17. Sin embargo durante los cuatro años que ha permanecido en la prisión de Villena no ha protagonizado ningún altercado destacable. Sin disfrutar de ningún permiso, sin recibir apenas visitas ni participar en talleres u otras actividades penitenciarias, su vida ha transcurrido con una absoluta rutina entre los muros de su celda, de la que sólo salía cuatro horas al día para pasear, junto a un máximo de cinco internos también del Módulo de Aislamiento, por un patio rectangular, de altos muros de hormigón y sólidamente enrejado y alambrado en la parte superior para evitar cualquier intento de fuga. Con importantes problemas de relación social y un deterioro físico y psíquico notable, en los últimos años presentaba un aspecto abandonado, "de náufrago", y muy poco dado a la higiene. "El zorro" es, junto a "El Pinteño", el último delincuente de la llamada generación perdida, que tuvo al fallecido Juan José Moreno "El Vaquilla" como principal representante.