Perplejos se han quedado dos vecinos de Aspe, Diego Aragón García y José Gallego Torregrosa, tras recibir una carta de la alcaldesa en la que les asegura que el Ayuntamiento desconoce que en el municipio todavía quedan símbolos de la época franquista. Pero la perplejidad se ha transformado en cabreo al invitarles la popular Nieves Martínez a hacerle saber de la ubicación exacta de dichos símbolos para, de este modo, poder cumplir con la Ley de Recuperación de la Memoria Histórica en la que se ordena, expresamente, la retirada de todos los vestigios de la dictadura.

A Diego Aragón le sabe a insulto la respuesta llena de "ironía y cinismo" de la primer edil a la solicitud que le envió en julio mediante instancia y por registro. Por eso ayer recorrió, junto a su buen amigo José Gallego, todos los rincones de la localidad donde queda patente el supuesto incumplimiento, por parte del actual equipo de gobierno del PP, del artículo 15 de la Ley 52/2007 de la Memoria Histórica.

Comenzó el itinerario a las cuatro y media de la tarde en la fachada lateral de la basílica de Nuestra Señora del Socorro de Aspe. Él lo califica "pequeño Valle de los Caídos". Allí se exponen públicamente los nombres de un grupo de aspenses del bando nacional fallecidos en la Guerra Civil a quienes se recuerda bajo el título: "Caídos por Dios y por España".

Ambos continúan su camino cuesta arriba hasta el barrio de Vistahermosa donde se encuentra el colegio General Moscardó, "el militar golpista que traicionó el régimen legítimo y democrático de la II República", apunta. Un nombre que aparece fielmente reflejado en la placa oficial de la Generalitat Valenciana que la Conselleria de Educación coloca a la entrada de los centros educativos. Pero no es el único colegio público de Aspe con reminiscencias franquistas. En la fachada del acceso al Doctor Calatayud una placa de mármol negro de 1975 mantiene el águila del escudo anticonstitucional. Pero hay más. Aragón sigue caminando, esta vez barrio abajo, hasta alcanzar la calle y casa natal del religioso aspense Alcaraz Alenda, que fue obispo de Badajoz durante el alzamiento franquista. El Ayuntamiento lo declaró "Hijo Pedrilecto" en 1959 y en 2001 se le colocó una placa conmemorativa en su casa. "Y por hoy lo dejamos para que la alcaldesa lo vaya asimilando porque la lista es mucho más grande", advierte Diego antes de despedirse.