La decimoctava edición del Festival de la Oralidad arranca esta noche en el Gran Teatro con la actuación de la cantante Fátima Miranda que ofrece una antología de los trabajos realizados durante sus 15 años de trayectoria musical. Durante su presentación ante los medios de comunicación, se definió como "inclasificable" y aseguró que "mi trabajo no pasa desapercibido. O lo detestas o lo odias". Su concierto-performance es resultado de un "guiso" compuesto por su "voz orgánica" y toda la tradición oral de oriente y occidente.

Su trabajo va más allá de un mero catálogo de técnicas vocales. Todas ellas y la tradición de chamanes y griots, de la India. de Mongolia, de China o de África "está procesado y digerido". La puesta en escena va acompañada de una iluminación que recrea ambientes, que recurre a diversos vestuarios y e incluso a las proyecciones de vídeo.

En su opinión, la aparición de la imprenta fue el inicio del retroceso de la oralidad que en el siglo XXI alcanza uno de sus peores momentos, si acaso no el peor. En la era de la informática "la gente se escribe cartas de amor por correo electrónico o se divorcia por SMS. Es terrible que lleguemos a esa pobreza en la comunicación".

En este marco, "el Festival de la Oralidad es como una bomba de salud para la cultura". Fátima Miranda considera que antes de "volver hay que ir" y en el arte no se puede emprender el camino de vuelta si antes no se ha conocido el principio, los ancestros que, en comunicación oral, es la tradición de siglos. La cantante habló en este sentido del Misteri que tuvo la oportunidad de conocer a finales de los años 70. "Me pareció una melopea extraordinaria para los sentidos. Junto con la Nit de l'Albà una cosa dionisiaca".