Otro golpe al tráfico de drogas en Carrús: la Policía Nacional desmantela un narcopiso

La actuación se salda con cuatro detenidos y uno de los arrestados trató de escapar por la azotea, pero fue capturado en la cocina de una vivienda contigua. El operativo presentaba la complejidad adicional de que el inmueble estaba junto al instituto

Desmantelado un narcopiso enfrente de un colegio en el barrio ilicitano de Carrús

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María Pomares

María Pomares

Suma y sigue. La Policía Nacional ha dado otro golpe al tráfico de drogas en Carrús, en el que ya es su tercer operativo en menos de dos meses. La primera actuación, a finales de febrero, solo unos días después de que los vecinos y comerciantes del entorno de la plaza de Madrid y de la de Barcelona hicieran públicas sus quejas por los problemas de convivencia que estaban ocasionando en la zona los puntos de venta de estupefacientes, se saldó con tres detenidos. En la segunda mitad de marzo, otra intervención acababa con otros tres arrestados. Ahora, ha llegado el turno de una tercera operación, denominada Bellota, por desarrollarse en la calle Vicente Pérez Bellot, cerca del IES Carrús, que finaliza con cuatro detenidos de nacionalidad española de entre 18 y 59 años, que fueron puestos a disposición del Juzgado de Instrucción de guardia en Elche.

Reincidente

Entre los arrestados, uno que ya fue apresado en el primer operativo y al que se le acusaba entonces de ser el cabecilla, y un narcopiso desmantelado en el que los agentes se incautaron de 16 gramos de cocaína, 1.315 euros en efectivo -pero en billetes pequeños como es habitual en estos casos- y diversos útiles destinados al tráfico de drogas, tanto para su venta como para el cocinado rudimentario de la sustancia para ser transformada en cocaína base. Una actuación que, como en anteriores ocasiones, las personas que viven y regentan establecimientos en la zona celebraron, al igual que las propia Policía Nacional, en su caso, por las dificultades añadidas que tenía esta actuación, por su cercanía al instituto.

Un operativo desarrollado por la Policía Nacional, en imagen de archivo.

Un operativo desarrollado por la Policía Nacional, en imagen de archivo. / INFORMACIÓN

Vigilancia

Una vez más fue el Grupo de Estupefacientes de la Brigada de Policía Judicial de la Comisaría de la Policía Nacional en Elche la que estuvo al frente de la investigación, tras tener conocimiento de la existencia de una vivienda en la que se podía estar distribuyendo droga al menudeo, esto es, directamente a los consumidores finales. Y, de nuevo, como ya ocurriera en anteriores ocasiones, se puso en marcha un dispositivo de vigilancia con la máxima discreción en las inmediaciones del inmueble, lo que les permitió identificar trasiego de personas a lo largo de las 24 horas del día. En algunos momentos, llegaron a contabilizar hasta 30 personas. Estaban, pues, ante lo que en el argot de la Policía denominan «punto negro» de venta de drogas, habilitado para el consumo directo de la sustancia una vez comprada.

Mucho tránsito

De hecho, como parte de las pesquisas, los agentes llevaron a cabo una labor de recopilación de hechos ocurridos en las inmediaciones. Lo que puso en evidencia ese trabajo fue el tránsito inusual de delincuentes comunes por la zona, adictos a distintas sustancias, y que acudían al lugar para adquirir su dosis. Ni más ni menos que lo que habían venido denunciando residentes y comerciantes y así hicieron constar en alguno de los escritos: hurtos, incluso algún robo con fuerza, y peleas entre los consumidores de estupefacientes que frecuentaban el punto negro, y que son indicios que los investigadores suelen asociar con el establecimiento de nuevos puntos de ventas de drogas.

En cantidades pequeñas para evitar daños mayores

La Policía Nacional se incautó de 16 gramos de cocaína, lo que, a priori, puede parecer poco. Sin embargo, según los agentes, eso no refleja la magnitud de la venta diaria que se produce en estos puntos, ya que, por lo general, sus promotores optan por acumular pequeñas dosis que permiten dar servicio diario a sus «clientes», pero que evitan que, en caso de una actuación policial, la pérdida no sea tan importante y, de paso, ahorrarse parte de la condena que podría implicar estar en posesión de una cantidad mayor de estupefacientes.

Identificaciones

Con estos puntos de partida, y tras las investigaciones de rigor, los policías identificaron a las cuatro personas posteriormente detenidas como posibles responsables del narcopiso, entre ellos, uno que sería el principal cabecilla de lo que los agentes consideran un grupo criminal.

Sin embargo, en esta ocasión, el operativo presentaba una complicación adicional. La vivienda está situada en una calle paralela al IES Carrús, con el consiguiente tránsito de menores de edad, lo que hizo que se extremaran más si cabe las precauciones para evitar posibles altercados durante el operativo que pudieran afectar al alumnado del instituto.

Un operativo desarrollado por la Policía Nacional, en imagen de archivo.

Un operativo desarrollado por la Policía Nacional, en imagen de archivo. / INFORMACIÓN

Contravigilancia

Eso, unido al hecho de que la actividad ilícita iba en aumento y a que las medidas de seguridad empleadas por las personas que estaban al frente del narcopiso podían dar al traste con la actuación si eran descubiertos aceleró las cosas finalmente. No en vano, uno de los investigados, a quien pagaban sus servicios con la droga con la que traficaban, hacía labores de contravigilancia y control de acceso al inmueble. Incluso era frecuente que hiciera rondas de reconocimiento por los alrededores de la vivienda para detectar la presencia policial, lo que ponía en evidencia el grado de organización de este grupo.

Persecución

Se desembocó de este modo en la entrada y registro de la vivienda justo en un momento en el que los cuatro investigados se encontraban dentro, junto a otras siete personas que estaban allí consumiendo. Sin embargo, el cabecilla de la organización trató de huir por la azotea y los tejados próximos, lo que obligó a dos de los agentes de la Policía Nacional a iniciar una persecución por los tejados que finalizó en el patio de luces de otra vivienda a la que accedió el investigado, hasta que acabó por ser detenido en la cocina de esa casa. El resultado: que a los delitos de tráfico de drogas y pertenencia a grupo criminal que se le imputaban se le acabara sumando otro de allanamiento de morada.