«Hay comercios que siguen sin poner rampa y tampoco se respetan las zonas de aparcamiento habilitadas. Hay que tomar conciencia colectiva» María Dolores Osuna, desde su silla de ruedas, es una de las cerca de doscientas personas que ayer arrancaron una marcha por las distintas arterias de la ciudad para reivindicar una ciudad accesible para todos, dar cuenta de las barreras arquitectónicas y motivar que la administración y los comercios pongan medidas para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Esta jornada, bajo el nombre del Día de la Accesibilidad, sustituye al Día de la Rampa, una nueva nomenclatura que ha sido consensuada en el consejo municipal de Diversidad Funcional para englobar a todos los colectivos.

A toque de batucada, la marcha se inició en el Centro de Congresos y transcurrió por algunas calles principales del centro, aunque algunos echaron en falta que también se recorrieran las zonas más estrechas «donde son latentes los problemas de acceso», señalaban algunos usuarios en sillas de ruedas.

Los participantes aprovecharon para entregar folletos informativos a los comercios, para incentivar que aquellos que no lo estén, se pongan al día en materia de accesibilidad universal. «Es cuestión de respetar y la iniciativa privada tiene que concienciarse y tomar medidas que contempla la ley porque al final los plazos se extienden demasiado y siguen habiendo escalones y baños sin adaptar», señala Dori Bascuñana mientras acompaña a su hermano desde la silla de ruedas eléctrica.

Daniel Agulló, usuario de la asociación Sin Límites, una de las entidades organizadoras de la marcha junto a Anoa, expone que hay que sensibilizar al comercio local para que vean que adaptar negocios es una inversión más que un gasto, «porque permitirían que más gente pudiera acceder». Lamenta, además, que no se cumplen las inspecciones en edificios con más de 40 años de antigüedad sin ascensor «donde hay cientos de personas encerradas entre cuatro paredes que apenas pueden salir al exterior», apunta.

Desde la Asociación de Personas Sordas de Elche y Bajo Vinalopó reconocen que se está mejorando la accesibilidad en la ciudad, pero aún es escasa la figura del intérprete en centros públicos como museos, y faltan, insisten, recursos como sistema de video interpretación en ascensores ante una emergencia. «Se necesita el sistema bilingüe total porque la lengua de signos es nuestro canal de comunicación, y acabar con conceptos erróneos como definirnos como sordomudos, porque no tenemos problemas en las cuerdas vocales», señala Javier Galiana, vicepresidente de la asociación ilicitana.

Siguiendo la marcha también se veían usuarios de perros guía, que piden una red de semáforos acústicos con mando, que los autobuses avisen mediante voz de las próximas paradas y que se amplie la instalación de marquesinas parlantes. «Estos sistemas cuestan por problemas económicos, y aunque hay voluntad municipal, creo que no termina de verse como un tema importante, y lo es», apunta Bernardo Presas, vicepresidente de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (Once) de Elche.

En esta marcha estuvieron presentes algunos grupos políticos, además del alcalde, Carlos González, y la concejala de Bienestar Social, Teresa Maciá, que anunció que cuentan con un remanente de 75.000 euros para iniciar en la próxima semana los trabajos de rehabilitación del Centro Polivalente de Carrús, Centro Social de El Raval y la propia concejalía de Bienestar Social, para que cumplan con la normativa vigente de Accesibilidad Universal.

La marcha finalizó en la Plaza Santa Isabel con muestras de teatro y talleres para reivindicar ciertas mejoras para adaptar espacios.