Con la crisis, ¿notaron que se multiplicaron los abandonos de animales y aho­­­ra, con la aparente recuperación, vuelve a darse una tendencia a volver a te­ner­los?

Es una cuestión de educación. La tenencia responsable de mascotas empieza por el acto de compra o el de adopción. De hecho, desde el colegio siempre se recomienda esta segunda opción antes que la adquisición. Más allá de la situación económica coyuntural, los propietarios deben considerar lo mucho que estos animales pueden aportar a la fa­mi­lia, pero tam­bién las obligaciones que contraen al decidir no ya el tenerlos, sino el cuidarlos, que es cosa bien distinta. En este sentido, no puedo entender que se decida tener un animal y no exista un compromiso de, por ejemplo, vacunar a los cachorros de enfermedades como la parvovirosis, que es mortal en más de un 90% de los casos.

¿Es el veterinario todavía un gran desconocido? ¿Tenemos una imagen desvirtuada?

Sin duda. La sociedad tiene una idea limitada de nuestra profesión. No conoce el trabajo que desarrollamos en el ámbito de la seguridad alimentaria o el de la investigación. Y en los campos en los que nuestra labor parece más evidente, como en las clínicas de animales de compañía o en la producción animal, es habitual que se piense que sólo incidimos en la sanidad de los animales. Sin embargo, tenemos también un papel clave en el bienestar animal y, lo que es si cabe más desconocido, en la salud pública. Con todo, en esto sí se observa una creciente concienciación y, de hecho, la próxima Ley de Protección y Bienestar de Animales Domésticos va a suponer un considerable avance en la buena dirección. El abandono o el maltrato animal ya no es algo tolerable.