? Aunque el hecho de vivir en pareja lleva acarreada la pérdida de cierta intimidad, ya que esta se vuelve compartida, la intimidad individual sigue existiendo, y debe ser respetada. Por eso, el simple gesto de coger el móvil a la otra persona -aquí se aplica igual el mismo criterio para ellos y para ellas- puede ser considerado un delito, aunque no se llegue a acceder al contenido. También lo es el espionaje de correos electrónicos, escuchar conversaciones de teléfono, o grabarlas. Aquí entran en juego las aplicaciones espía, ya que casos de este tipo están creciendo en los juzgados.