En guardia contra las palomas en el Palacio de Altamira. La invasión histórica de estas aves dentro de los muros de la fortaleza ha obligado al Ayuntamiento a poner en marcha una operación para paliar los efectos negativos de los excrementos que estaban empezando a degradar un monumento considerado Bien de Interés Cultural (BIC).

El conflicto con estos ejemplares ha acabado dando guerra este año hasta el punto de que, de manera puntual, limpiadoras del Museo Arqueológico y de Historia de Elche (MAHE) se plantaran por el alcance de las defecaciones. Tras ese inconveniente, y tras activar un protocolo específico para intervenir en el edificio, el tripartito y, en concreto, la Concejalía de Cultura, ha tenido que tirar de una partida presupuestaria extra para garantizar la conservación del inmueble protegido. De esta manera, cada quince días se realizan limpiezas específicas y en profundidad, que se suman a las habituales que emprende la empresa de limpieza. Y es que la suciedad en suelos, ventanas y muros ha quedado prácticamente incrustada en algunos puntos. Ayer, por ejemplo, operarios se trasladaron hasta el Patio de Armas del Palacio de Altamira para eliminar los continuos excrementos con agua a presión, además de la particular visita de la empresa del control de plagas que se encarga de colocar jaulas entre los recovecos del castillo, con la finalidad de reducir los ejemplares. También se ocupan de retirar los nidos que se van encontrando en el enclave con la finalidad de disuadir a las palomas y que no elijan el palacio como su vivienda habitual, tal y como apuntaron desde el MAHE.

Sin embargo, parece que ese plan de choque no es el único que va a emprender el equipo de gobierno para declararle la «guerra» a las palomas. La intervención también pasa por instalar obstáculos en el monumento con la vista puesta en ahuyentar a las aves. Pinchos, redes y cortinillas se van a colocar en los recovecos del castillo, como por ejemplo, los huecos de las escaleras, para alejar el foco de las palomas y dificultar la nidificación.

El problema ha llegado hasta tal punto que, según la edil de Cultura, Patricia Macià, técnicos de prevención de riesgos del Ayuntamiento han elaborado un informe y han realizado mediciones de la calidad del aire, debido a esa «invasión» de palomas, aunque, por el momento, se descarta riesgo alguno para los trabajadores.

La proliferación de las colonias de palomas no solo es una constante en el Palacio de Altamira, sino también en otro BIC del centro ilicitano, la basílica de Santa María, donde también se concentran los ejemplares.