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Una «biblioteca humana» contra la discriminación

Ciudadanos de Argelia, Madagascar, Venezuela y Marruecos narran experiencias sobre su integración social en Elche

Una de las intervenciones de ayer por parte de una joven migrante, que lleva diez años en Elche, en la plaza de la Lonja de Altabix. antonio amorós

«El rechazo sigue estando ahí. Igual no hay integración, pero sí al menos nuestra presencia está normalizada». Hind El Fadli, una joven de Marruecos que el próximo 12 de abril cumplirá diez años en Elche, se dirigía así ayer a un grupo de personas interesadas en escuchar sus vivencias como migrante. Esta joven era una de las cuatro personas que, de la mano de Elche Acoge y Aigües d'Elx, quisieron contar de viva voz, bajo los techados de la plaza de la Lonja de Altabix, sus historias de vida y las situaciones de discriminación y racismo a las que se han tenido que enfrentar.

Sus intervenciones, testimonios directos de ciudadanos procedentes de Venezuela, Argelia, Madagascar y Marruecos, tenían lugar en una acción denominada «Biblioteca humana» y, en el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, se buscaba como objetivo concienciar a la sociedad sobre los falsos prejuicios que existen sobre la población migrante y tratar de acabar así con actos racistas.

«La gente te mira mal. Y también porque mi marido es mayor que yo». Esta voz era la de Lalaonirina Larissa Randdriamanjaya, natural de Madagascar. Tiene 29 años y lleva tres en España. Ante el grupo de personas que pasaban por ese lugar en ese momento, convocadas a través de las redes sociales, integrantes de la Asociación de Vecinos de Altabix y también trabajadores de Aigües d'Elx, explicaba cómo en su país, por ejemplo, uno puede coger el autobús y tener siempre la incertidumbre de si llegará o no a su destino. De igual modo, exponía cómo su hermana es profesora y tiene que atender a 60 alumnos en un aula, los cuales en su mayoría acuden sin comer, y el salario es de unos 40 euros al mes. Sus palabras no destilaban rencor, tan solo permitían constatar su realidad hasta hace unos años, hasta que decidió llegar a España, y contribuían a reflexionar sobre las comodidades de una sociedad como la nuestra en comparación con lo que sufren las personas migrantes.

Llegó el turno del argelino Faetan Abdelmadgid. Este ingeniero hidráulico se lamentaba de no poder encontrar trabajo, para lo que se ha preparado tantos años, al tiempo que afirmaba que solo una vez ha sufrido discriminación en Elche. Ocurrió cuando fue a preguntar a alguien cómo podría empadronarse y le respondieron invitándole a que se regresara a su país o a Canadá.

«Por ser musulmán o árabe no eres malo. Tengo amigos budistas y ateos y nos llevamos bien», también apuntaba Hind El Fadli, encantada de responder a las preguntas e inquietudes de los presentes, en cuyas caras se reflejaba su preocupación por las penurias que muchos de ellos han tenido que pasar en estos últimos años.

A juicio de esta migrante, «si un niño de 8 años es racista o discrimina es porque lo ha aprendido en casa o en algún sitio». Un amigo de Faetan Abdelmadgid exponía por su parte que los españoles, a grandes rasgos, son tolerantes. «Porque haya un 1% que sea racista no se puede decir que los españoles son racistas», apuntaba este joven al lado de Olga Regalado, de la oficina de ayuda a la víctima en discriminación en Elche Acoge-

Origen racial

«Hasta un español puede ser discriminado. En estos dos meses hemos tratado cuatro casos de discriminación individual. En todo 2017 se puede decir que registramos una treintena de casos», exponía Regalado, quien considera que esta acción en plena vía pública permite adentrarse mejor en los corazones de todos. «El objetivo es humanizar y sensibilizar, porque es muy fácil ver un vídeo o una fotografía de denuncia, pero aquí la gente puede preguntar a los migrantes y ponerse en su piel. Se trata en definitiva de acercar personas», agregaba.

Hind El Fadli, pese a todo lo vivido, se mostraba ayer optimista y alegre: «Una persona que trata mal a otra es por desconocimiento. Si nos conocieran estoy segura de que cambiarían de opinión. Yo, en mi caso, me considero feminista y soy musulmana y el Islam es cien por cien compatible con el feminismo», proclamó.

Estas cuatro personas daban así ayer una lección de humanidad que, sobre todo, daba pie a pensar que vivimos en mundo repleto de prejuicios lamentablemente y que nuestro diferente en realidad es un igual, una persona que ha tenido la suerte o la desgracia de nacer en una región o en otra, y que no por eso debe padecer situaciones de discriminación.

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