Maquinaria pesada y personal están estos días trabajando a pie de playa para asegurar por fin que el muro que da al mar de una urbanización privada de Arenales del Sol no se venga definitivamente abajo, tras quedar prácticamente una parte en el aire. Más de un año después de que esta urbanización de primera línea de playa viera peligrar la integridad de buena parte de su vallado, debido a la intensidad de los temporales del invierno de finales de 2016 y principios de 2017, que causaron importantes desperfectos en su estructura y estabilidad, sus vecinos, molestos porque no entienden por qué Costas ha tardado tanto tiempo en autorizar los pormenores, empiezan ahora a respirar con algo de alivio. Durante mucho tiempo han estado temiendo que el muro terminara por desplomarse definitivamente.

Prácticamente un año se han dilatado los trámites burocráticos y administrativos para poder acometer una obra que, por un lado, pretende asegurar la integridad del vallado, y, por otro, evitar riesgos a los bañistas que se suelen colocar justo enfrente, puesto que la urbanización concluye a mismo pie de playa.

Piedras de gran tamaño, dos imponentes palas mecánicas y diversos operarios han tomado por unos días la franja que va desde la caseta de salvamento acuático hasta la calle que linda con el hotel de Arenales del Sol, unos cien metros aproximadamente. De hecho, se ha vallado una parte de la playa para impedir el paso y evitar peligro alguno. De los pocos que consiguen sortear el vallado: el tractor que limpia por las mañanas la playa de Arenales de basuras y algún que otro caminante por la orilla.

Durante prácticamente una semana se van a alargar estos trabajos, que tienen como fin crear un muro escollera, de manera que en un futuro, por mucho temporal que haya, no vuelva a agrietarse y desplomarse una parte de la fachada y también la acera existente de este muro perimetral.

Bajo la atenta mirada de los pocos vecinos que en invierno continúan residiendo en esta urbanización y, sobre todo, de la del representante de la comunidad, las tareas se desarrollan poco a poco, dado el gran peso y volumen de las piedras destinadas a asegurar definitivamente la estabilidad del vallado, el cual, durante un año, ha aparecido de manera intermitente precintado, mientras que la puerta de acceso directo que conecta la urbanización y la playa ha permanecido durante todo este tiempo fuera de servicio.

La situación generada en este enclave generó desde un principio cierto malestar entre vecinos y turistas, ya que parte de una acera que limitaba el vallado ha permanecido casi suspendida en el aire y durante todo este tiempo podría haberse precipitado y causado algún daño a alguien próximo, ya que apenas había adecuadas medidas de seguridad.

Pero sobre todo el enfado lo guardan parte de los vecinos de la urbanización, que desde un primer momento, hace un año, intentaron resolver el problema, pero se encontraron con toda la burocracia administrativa posible, según indican fuentes de esta urbanización. Además de las autorizaciones del Ayuntamiento, precisaban el visto bueno y adaptarse a los requisitos que emanaban desde Costas, la cual es muy exigente y permanece muy atenta a cualquier actuación que se lleve a cabo dentro del dominio marítimo terrestre. Los vecinos no terminan de entender cómo es posible que se tarde todo un año en el papeleo para que la Administración permita hacer, ya no una obra nueva, sino una reparación para asegurar que no hay riesgos para terceros.

La urbanización presentó un proyecto, pero éste no se ajustó a los requisitos de Costas, según siempre la versión de los vecinos, por lo que hubo que modificarlo. Finalmente, se obtuvo el visto bueno de Costas, y el Ayuntamiento ha concedido la licencia de obras.