«Tengo 32 años y he vivido toda mi vida apartado del mundo, no trataba bien a mi madre y nunca tuve amigos, ahora tengo paz interior y la autoestima alta». Pedro se muestra así de emocionado cuando echa la vista atrás y recuerda el calvario que tanto él como su familia han padecido hasta que tuvo conciencia de su trastorno bipolar y comenzaron a tratarlo.

Pedro se encontraba en una situación de vulnerabilidad social, desconectado de su entorno, hasta que se le ofreció hace cuatro años la oportunidad de entrar en un programa de viviendas tuteladas, subvencionado por la Consellería de Igualdad y Políticas Inclusivas, que tiene como fin lograr la vida autónoma de los usuarios y favorecer la inserción laboral, teniendo en cuenta que es el colectivo con más dificultades para encontrar un puesto de trabajo.

Actualmente, Elche cuenta con dos viviendas con este servicio, gestionadas por la Asociación de Familiares y Personas con Enfermedad Mental de Elche y Comarca (Asfeme). Por estos hogares han pasado 35 hombres y mujeres desde que comenzaron el servicio en 2002. Con un número reducido de tres usuarios por vivienda, conviven bajo el seguimiento diario de psicólogos y trabajadores sociales que los acompañan durante el día y siguen un plan individualizado de rehabilitación que Asfeme diseña para cada caso, donde establecen rutinas, por ejemplo, para repartirse las tareas del hogar o hacer encuentros con las familias. Este programa trabaja aspectos básicos como la propia conciencia de la enfermedad «hasta la autogestión de sus ingresos, esa es una pieza clave porque pretendemos que no sea una alternativa permanente si no que adquieran competencias para encontrar empleo y que puedan ser autónomos» explica Nuria Pérez, coordinadora de las viviendas.

Sin embargo, desde Asfeme suscriben la preocupación de los familiares y de los propios usuarios sobre el futuro que les depara después de cumplir los objetivos del programa si no encuentran empleo, ya que hay una carencia de pisos de alquiler de bajo coste. «Con mi pensión no contributiva de 360 euros no llegaría a cubrir unos mínimos para vivir sola o compartir piso», cuenta Noelia, que vive con dos compañeras más en una de estas viviendas tuteladas y estudia una formación profesional de Turismo para mejorar su empleabilidad. Sin embargo, en Asfeme cuentan desde 2011 con un piso de transición, que queda fuera del programa de ayudas del Consell, donde los usuarios corren con gastos como la alimentación, como fase previa a la total independencia.