La llegada de la Cuaresma ha acelerado el ritmo de trabajo en los talleres de palma blanca de Elche. La época de crisis también ha pasado para este sector, que ve como los clientes que realizaban pedidos especiales vuelven a aparecer, aunque el gran público haya cambiado la forma de consumir este producto ilicitano, y ahora se decante por piezas más pequeñas y fáciles de llevar durante las procesiones. De una forma y otra, los talleres trabajan a pleno rendimiento para que las calles se tiñan de blanco el Domingo de Ramos gracias a la artesanía ilicitana ligada al Palmeral.

«Aunque cada vez la gente pide piezas más pequeñas para llevar durante la procesión, este año también hemos tenido más pedidos especiales para catedrales, iglesias y cofradías que quieren palmas con más volumen para exponer», explica la artesana Paqui Serrano, que lleva toda la vida dedicada a la palma blanca, siguiendo la estela de sus padres y abuelos en el centro de Elche.

No obstante, advierten los expertos, lo que más se demanda durante los últimos años son las palmas pequeñas o las de solapa. Son más económicas y fáciles de llevar que las grandes, que se utilizan más como elemento decorativo durante la Semana Santa.

En los talleres de palma blanca de Elche se prepara palma de todo tipo. Lisas, rizadas y de todos los tamaños. Los últimos años incluso se ha llegado a teñir la palma de otro color, como azul o rosa, ya que existe demanda en Cataluña y los artesanos se han acabado adaptando, aunque prefieran la blanca tradicional.

Más de cincuenta años rizando palma son los que lleva Isabel Planiol, justo el tiempo que está con su marido, el palmerero Felipe Navarro, que a sus 76 años sigue al frente del taller, aunque apoyándose mucho en sus hijos. El palmerero explica que «cada año es diferente. Unas veces nos quedamos cortos y otras sobran palmas, nunca sabemos con exactitud las palmas que se van a vender, pero siempre trabajamos con la misma ilusión».

El truco para dedicarse a la palma blanca está en la pasión que se le ponga. «Es un oficio que te tiene que gustar», reconocen desde el taller de la familia Serrano, más que nada por las horas y horas que hacen falta para elaborar una pieza grande de palma blanca, como las que la ciudad envía cada año a la Casa Real y al Papa. «Si sacásemos cuenta de las horas que echamos en cada una de estas piezas nos dedicaríamos a otra cosa», confiesa Paqui Serrano, a la vez que apunta que «como es un trabajo que nos gusta y apasiona no miramos el tiempo, solo el resultado final».

Y el resultado son verdaderas obras de arte que se elaboran de forma artesana en Elche y se reparten por toda España, y varios países europeos. «Este año tenemos pedidos para Bélgica y Alemania, además de los que solemos enviar a casi todas las provincias», indica Paqui Serrano.

El trabajo que se verá el próximo Domingo de Ramos en las calles de Elche y de toda España es el resultado de más de un año de trabajo, desde que se lleva a cabo el encapuchado de la palmera en los huertos.

Cuando pasa el verano se lleva a cabo el corte de las palmas blancas que se conservan en neveras especiales para que no pierdan su color blanco característico y el nivel de humedad. A partir de octubre es cuando entran en acción las artesanas y artesanos que rizan la palma y elaboran todos los adornos. En definitiva, un trabajo laborioso para llegar con el mejor producto artesano al Domingo de Ramos.