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1 de cada 4 mujeres de la provincia continúa fumando durante el embarazo

El 22% de las gestantes sigue haciendo caso omiso a las advertencias de los facultativos

Una de cada cuatro mujeres fuma durante el embarazo

Prácticamente una de cada cuatro mujeres de la provincia continúa fumando durante el embarazo, un hábito que viene a ser mayor o menor en función de la edad y de la región del planeta donde se haya nacido. Además de ser perjudicial para la madre, el consumo de tabaco a lo largo de la gestación se ha relacionado con la aparición de abortos espontáneos, partos prematuros y retraso del crecimiento intrauterino, datos todos éstos que se recogen en el último informe de la Estrategia de Salud Sexual y Reproductiva de la Comunidad Valenciana 2017-2021, elaborado por la Conselleria de Sanidad.

El estudio, en el apartado que relaciona gestación y tabaquismo, refleja en primer lugar que la prevalencia de gestantes fumadoras en la provincia, en torno al 22%, es mayor entre las nacidas en Europa occidental, incluida España, Europa del Este y América del Norte. En cambio, en el resto de mujeres, este valor es inferior al 5%.

No obstante, este último dato apenas sí se reproduce en la consulta específica de tabaquismo del Hospital del Vinalopó de Elche, desde donde Ana Camarasa, neumóloga responsable de la misma, señala que, por fortuna, hay cada vez más conciencia de que embarazo y cigarrillos deben ser incompatibles.

Desde el programa de Prevención de las Drogodependencias del Ayuntamiento de Alicante se insiste en que numerosos estudios han puesto de manifiesto que el tabaquismo materno afecta de forma importante al crecimiento fetal, lo cual se traduce especialmente en una reducción del peso del recién nacido. Los hijos de madres fumadoras pesan, por término medio, 200 gramos menos que los pequeños de madres no fumadoras.

Ana Camarasa añade a todo esto que su consumo origina un incremento de complicaciones durante el embarazo y el parto, especialmente problemas con la placenta, de nacimientos prematuros cronológicos e, incluso, agrega, se incrementa el riesgo de muerte súbita.

Marina (su nombre no es real) es una vecina de Callosa de Segura que ha tenido dos partos y en ninguno ha dejado de consumir tabaco. «Sí que es verdad que fumaba menos, pero no lo dejé en ningún caso», confiesa.

Afortunadamente, su hijo y su hija nacieron completamente sanos. Esta última sí que es verdad que a menudo padecía bronquiolitis, pero ningún facultativo le dijo que fuera consecuencia directa del tabaco.

«Unos médicos me decían que iba a ser peor pasar el mono de fumar cuando ya estaba avanzado el embarazo, y otros me aconsejaban que lo dejara», expone esta vecina de la Vega Baja, que finalmente lleva sin fumar desde noviembre de 2017.

«El estrés que genera dejar de fumar es mucho menos perjudicial que continuar con el tabaco», aclara la neumóloga, quien, por otra parte, señala que no existe un verdadero tratamiento para quitarse del «mono». En todo caso, pastillas, parches y chicles de nicotina o similares y, más allá, acciones desde el campo de la psicología.

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