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Las marcas de la desertificación en Elche

La mitad de los suelos corren el riesgo debido a la sequía y la gestión ineficaz de recursos hídricos

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Desertificación en La Marina

La desertificación amenaza la mitad del suelo ilicitano. Elche, junto provincia en general, mira al cielo, en vilo, para ver si las lluvias dan un alivio y acaban con la sequía que está presente en sus zonas naturales, la ciudad y los cultivos. No obstante, los ilicitanos también deben mirar a su alrededor, a la orografía y a la geografía local, especialmente en el campo, para percatarse de que los signos que hacen evidente la desertificación ya están presentes físicamente y se dejan ver en los suelos, árboles y montes de la comarca. Las marcas de la desertificación están aquí y llegan, desafortunadamente, para quedarse.

En la pinada de La Marina, muchos de los árboles muestran signos del efecto de la sequedad de los suelos y aparecen frágiles, con troncos que crecen, cada vez más lento, debilitados y que provocan la sequedad de los árboles, muy visiblemente en sus copas y en la caída de las hojas que cubren un suelo reseco. Otro de los puntos donde se hace visible esta desertización en ciernes, es en los suelos de los cultivos ilicitanos que, especialmente en verano se cuartean cada vez más. Además, los calibres de los frutos este año han sido más pequeños por la falta del aporte hídrico.

Según datos de la ONG medioambiental WWF/España, en 2017 llovió, en la comarca del Baix Vinalopó, un 15% por debajo de la media, y se llevan encadenando años especialmente secos desde 2013. No obstante, aseguran, no es algo excepcional, puesto que las sequías son un fenómeno natural y recurrente en la región. El problema surge cuando comienzan a aparecer signos de lo casi irreversible, la desertización, a causa del encadenamiento de periodos de sequía y a que, aseguran desde WWF,en vez de adaptarse a la realidad, se sigue gestionando el agua de manera ineficiente para contrarrestar este proceso. «El modelo de gestión del agua se basa en dos errores básicos, y es que lo ríos no son meras tuberías para servir y traspasar agua a nuestra demanda, son ecosistemas vivos. Además, el agua no es infinita y hay que limitar las demandas», aseguran desde la ONG. Para WWF/España la causa de la situación actual es mucho más profunda que una falta temporal de precipitaciones. «No hemos adaptado las demandas de agua, especialmente en la agricultura, a la realidad de una región seca que esperaba vivir de reservas de embalses y trasvases de acuíferos», señalan desde la organización medioambiental.

Por este motivo, y para frenar el efecto de la desertización de los suelos, los ecologistas apuestan por que el Pacto Nacional por el Agua que el Ministerio de Medio Ambiente ha convocado para plantear un nuevo futuro hídrico pase por adoptar la Directiva Marco del Agua de la Unión Europea, que establece un marco para la protección de las aguas, que preserva los ecosistemas acuáticos como El Hondo o el Clot de Galvany y que protege los recursos hídricos a largo plazo.

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