Por desgracia, y pese a estar en pleno siglo XXI, los casos de homofobia no dejan de aflorar. El último, en Elche, donde un hostelero se enfrenta a un año de prisión y otros dos de inhabilitación para ejercer cualquier actividad laboral relacionada con la profesión por echar a una pareja de chicas que se encontraban en su bar, «con actitud cariñosa». Así lo asegura el Ministerio Fiscal en su escrito de acusación contra el hombre, al que pide responsabilidad penal por un delito contra el ejercicio de derechos fundamentales y libertades públicas. Tal y como denunciaron las víctimas tras este desagradable suceso, la pareja se encontraba en local el pasado 21 de julio, alrededor de las 15 horas. Las mujeres aseguran que llevaban allí varias horas cuando el hostelero se acercó a ellas y, atendiendo a su condición sexual, les dijo que «no hagáis eso porque estáis molestando a los demás clientes», al tiempo que las invitó a irse. El «eso» al que se refería el empresario era su actitud cariñosa, dándose besos. Una conducta normal en cualquier pareja.

Este caso es tan solo la punta del iceberg en cuanto a ataques y agresiones, verbales y físicas, que el colectivo LGTBI denuncia que soporta a diario. Unas actitudes que, aunque parezca mentira, van a más en la provincia. O al menos así se desprende de un informe del Ministerio del Interior que eleva los casos de denuncias por delitos de odio debido a la orientación sexual a ocho casos en 2016. Esto sitúa a Alicante en el puesto número siete en el ranking estatal de delitos por orientación sexual. De hecho, es la segunda causa de delitos de odio, por detrás del ataque a personas con discapacidad. Más alarmantes son los datos de Diversitat, la asociación que lucha por los derechos del colectivo LGTBI en Alicante. La entidad recogió hasta 79 casos en todo 2017, el doble que el año anterior.

La disparidad de cifras con el Ministerio se debe a que este último «solo recoge las denuncias que son calificadas como tal en la Comisaría, pero no siempre se recogen así», explica Toño Abad, presidente de Diversitat y director del Observatorio Valenciano contra la LGTBfobia. Abad explica que el hecho de que cada vez se registren más agresiones se debe no solo a que se están dando más casos, que se dan, sino a que también se visibilizan más. Poco a poco se pierde el miedo a denunciarlos y se dan a conocer, precisamente, para luchar contra este problema social.

Las consecuencias de estas actitudes van mucho más allá del hecho en sí mismo, ya que atenta contra el autoestima de las víctimas y su integridad moral. De hecho, en el caso de la pareja que fue expulsada de un bar en Elche, una de las mujeres tuvo que ser atendida por una crisis de ansiedad como consecuencia del bochornoso incidente. «La impotencia que se siente en estos casos es muy grande. Estás con tu pareja, en un lugar público, y te llaman la atención por algo tan natural como cogerte de la mano o darte un beso. Piensas que no has hecho nada malo, que es una conducta que a una pareja heterosexual no recriminarían y es muy frustrante».

Este hecho tuvo lugar en un establecimiento público, pero desde Diversitat aseguran que las agresiones y discriminaciones se dan en todos los ámbitos, desde la vía pública, a círculos más reducidos como en una comunidad de vecinos, con carteles y pintadas homófobas, hasta en el ámbito más privado e incluso en el laboral. «Hemos tenido casos en los que una persona ha pedido el permiso de libranza para casarse, que recoge la ley, y automáticamente lo han despedido», dice Abad.

Y eso son solo los casos que trascienden, pues habitualmente, la mayoría -cerca del 90%- quedan en la intimidad. «Ese es nuestro trabajo, y también el del Observatorio Valenciano contra la LGTBIfobia, visibilizarlos y animar a que se denuncien, pues muchos no lo hacen por miedo, vergüenza, o porque no han salido del armario y no quieren que se sepa», señala Toño Abad.

Erradicar este tipo de conductas de la sociedad pasa, inevitablemente, por la Educación, y los datos en este sentido tampoco dejan espacio para el optimismo: la mitad de los menores de Alicante ha presenciado una agresión homófoba. Una conducta que aseguran sufrir el 80% de los adolescentes del colectivo LGTBI, según un estudio elaborado por Diversitat. Por tanto, el colectivo reclama que se forme a profesores de colegios e institutos para detectar y reconducir estas actitudes en las aulas, por una sociedad más igualitaria.