Más allá de la imaginación es el nombre del espectáculo con el que actúa el viernes en el Gran Teatro, ¿qué ofrece en él?Más allá de la imaginación

Es un experimento que puse en el escenario hace un par de años y que está funcionando muy bien. Una de sus bases es que hay mucha participación del público. Más allá de la imaginación está inspirado en la música jazz, un género en el que las bandas tienen un compositor principal, al que luego se suman músicos que interpretan a su manera. El viernes haremos un ejercicio de improvisación porque el público marcará lo que tiene que ocurrir. Si mis espectáculos no le gustan a los espectadores, los puedo cambiar sobre la marcha.

¿Cómo consigue controlar sus espectáculos para poder improvisar?

En los quince primeros minutos hago una serie de números que me permiten saber por dónde va el público. Se puede venir cuatro días seguidos a una actuación mía y cada uno se encontrará algo diferente. A partir del momento inicial, cuando ya sé a qué están más atentos los espectadores, cojo un camino u otro. Trabajo mucho la comunicación no verbal y la gente me cuenta con su actitud que le gusta o no. Se puede aplaudir sin reaccionar. Eso se nota observando.

La sociedad digital en la que vivimos, ¿ha cambiado mucho la forma de trabajar de los mentalistas como usted?

Las redes sociales son un arma de doble filo. Hay una cantidad de barbaridades y basura enorme, pero son un medio de comunicación directo con el público. Bien manejadas, pueden hacer que un espectáculo sea un triunfo o un fracaso. Su importancia es indiscutible en estos momentos. Nos dan unos mecanismos de publicidad y promoción con los que antes no contábamos.

Ahora aparece menos en televisión que hace unos años, ¿a qué se debe este hecho?

Acabé muy cansado de la televisión y ahora he vuelto a aparecer en el programa Hora punta de Javier Cárdenas. La televisión es otro canal de publicidad, que nos permite entrar en las casas de la gente y convertirnos en miembros de las familias que nos ven. Tiene tanta importancia como las redes sociales, o incluso más. Entrar en dos millones de hogares de manera simultánea es positivo para todos los que nos dedicamos al mundo del espectáculo.

¿De qué manera se dio cuenta de que iba a ser mentalista?

Fue en un momento determinado, mientas hacia unos cursos de relajación, algo similar al yoga. Me di cuenta de que la gente estaba encantada con pensar y creer que el cerebro tiene una capacidad superior. También me di cuenta de que lo que más le sorprende a los demás es que sepas en qué está pensando, cuando se supone que es algo que está encerrado en la cabeza. Por eso, me dedico a jugar con las ideas, y no con los objetos, que es lo que hacen los magos convencionales.

¿Todo el mundo puede ser mentalista?

La experiencia es fundamental. Hay que encontrar los métodos, los libros y las personas que nos puedan enseñar. Es una dedicación de muchos años, de pasión y de horas de trabajo. No es algo que te llegue del cielo, igual que la popularidad y la fama tampoco surgen de la nada. Es una carrera de fondo muy larga. Para alcanzar cierto nivel hay que ensayar y trabajar todos los días. Yo no hay ningún día de mi vida que no esté estudiando, leyendo o ensayando para llegar a ser mejor.

100x100 Blake y 100x100 BlakePrácticamente improbable

Me beneficia llevar muchos espectáculos en cartera porque así estoy más entretenido. Van apareciendo sobre la marcha y hacen que yo me lo pase bien, que es uno de los secretos de todo esto. En Elche hacía tiempo que no actuaba y, por eso, he decidido ir con el espectáculo que tengo más pulido. Es divertido, no porque yo lo sea, porque se dan situaciones jocosas con la forma de reaccionar de los espectadores.

Lleva ya 36 años de carrera artística, ¿en que aspectos nota más los cambios entre su inicio y el presente?

Todo ha cambiado muchísimo. Volviendo a lo que hablábamos al principio, la televisión ya no apuesta por programas de entretenimiento y variedades y prefiere decantarse por formatos más americanizados. Tampoco existían las redes sociales, que han revolucionado el panorama publicitario. Otro cambio es que antes los teatros ofrecían una sola actuación al día y ahora, en algunos de ellos, puedes encontrarte hasta cuatro en una jornada. Eso es un error porque la variedad ha provocado que el público se disipe y pierda la fidelidad a los artistas que le gustaban.

Estos cambios que comenta, ¿le gustan?

No sé si son cambios para bien o para mal. En algunos aspectos las variaciones han sido angelicales, en otros, endemoniadas. Sobre todo, porque ahora hay que estar pendiente de las redes sociales todo el día para parecer que existes. Es positivo que el público tenga más elementos de comparación y un criterio mayor. Antes sólo se podía elegir entre dos o tres personajes.

Las reacciones de los espectadores sobre el escenario, ¿le han sorprendido en alguna ocasión?

He visto reacciones para todos los gustos, pero hago una improvisación bajo control. Lo que busco es ser el presentador de algo que está ocurriendo. Si la gente tiene cara de palo, parece que no pasa nada. Selecciono personas expresivas para que comuniquen que lo que sucede es excepcional. Es la clave de esto.

¿Cuál es su próximo reto?

Seguir en el escenario porque no tengo el concepto bíblico del trabajo. Eso sí, me esfuerzo mucho, sudo como un animal y pierdo un kilo y medio durante cada actuación, que luego recupero con dos vasos de agua.