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La UA impulsa un estudio pionero sobre el cambio climático con regantes

La finalidad de la investigación es radiografiar no solo la vulnerabilidad de los regadíos, sino también cómo está siendo la adaptación de los comuneros

Efectos de la sequía en una zona de cultivos de Elche. SERGIO Ferrández

Una decena de comunidades de regantes de la provincia, que agrupan a varios miles de agricultores de las comarcas del Baix Vinalopó y la Marina Baixa, participan en un estudio pionero, impulsado desde la Universidad de Alicante, que tiene como fin profundizar en la percepción de los regantes en lo que concierne a los impactos del cambio climático y analizar, a su vez, su capacidad de adaptación.

La finalidad última de la investigación es radiografiar no solo la vulnerabilidad del regadío ante los efectos del cambio climático, sino también la del regante.

El estudio arrancó en el mes de octubre y finaliza a finales de 2018. La obtención de los datos se está llevando a cabo mediante la cumplimentación, por parte del regante, de un cuestionario anónimo donde se analizan aspectos cualitativos y cuantitativos tales como el capital social y las características de la explotación: edad, años de experiencia como regante, actividad económica externa a la agricultura, tamaño de la explotación, sistema de riego, o consumo de agua.

Entre otras cuestiones se quiere recoger, fundamentalmente, la percepción del regante ante la existencia e impacto del cambio climático: si el cambio climático está influenciado por la actividad humana, si pone en riesgo su actividad agrícola, o si es consciente del aumento de temperaturas y ha percibido cambios en el régimen de tipo pluviométrico.

También se pretenden analizar cuestiones tales como la diversidad de impactos padecidos y si el regante ha identificado cambios en la frecuencia o intensidad de los episodios climáticos como sequías u olas de calor, un mayor estrés hídrico, padece nuevas plagas o se han intensificado algunas enfermedades ya conocidas.

El estudio quiere conocer además las acciones impulsadas, es decir, si ha llevado a cabo algún tipo de medida adaptativa, como técnicas de conservación del suelo, uso de agua regenerada, geoingeniería, o prácticas agroforestales etcétera; y si ha constatado la existencia de obstáculos que hayan dificultado la puesta en marcha de acciones de adaptación concretas, como por ejemplo la negación de la existencia del cambio climático, una baja percepción del riesgo, la animadversión al cambio, o falta de información o soporte en temas administrativos.

Sucesivos informes de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático indican que se espera que en el sur de Europa aumenten las temperaturas y disminuya la disponibilidad de aguaEspaña es un país especialmente vulnerable tanto por su situación geográfica como por sus características socioeconómicas y ambientales.

Ante tal escenario y dado que el cambio climático se considera inevitable en su totalidad, según los científicos, resulta de vital importancia incentivar la capacidad de adaptación de los sectores socioeconómicos y los sistemas naturales más vulnerables.

Es en este contexto donde nace el proyecto ADAPTIRRA (Adapting to climate change through irrigators engagement: Perception, barriers and strategies in Alicante, Spain), coordinado por el profesor Antonio Rico, del Instituto Interuniversitario de Geografía de la Universidad de Alicante, y donde la investigadora principal es la doctora Sandra Ricart, que cuenta para ello con un contrato de investigación postdoctoral Juan de la Cierva concedido por el Ministerio de Economía y Competitividad.

“Es importante tener en cuenta que las alteraciones climáticas no son uniformes, sino que los impactos y las vulnerabilidades sobre las actividades socioeconómicas y los sistemas naturales son específicos de cada lugar. De ahí que este tipo de estudios, de carácter local, sean muy útiles para promover acciones de adaptación basadas en la proximidad y en la percepción del riesgo que transmiten aquellos actores directamente afectados por los impactos que se proyectan a corto y medio plazo”, indica la doctora Ricart.

Para los investigadores, este tipo de análisis requiere de la implicación directa de los regantes, de manera que además de ofrecer su tiempo y conocimiento, puedan mostrarse abiertos a discutir y cuestionar cada concepto tanto a nivel individual como colectivo.

En opinión de Sandra Ricart, en la fase de recopilación de datos en la que se encuentra el proyecto, la implicación ¡de los regantes está siendo muy significativa “y esa buena predisposición a participar y colaborar en este proyecto de investigación ya conlleva, a nuestro entender, un primer reconocimiento de la capacidad de adaptación del regante ante el reto que representa el cambio climático”.

La finalidad última de la investigación es radiografiar no solo la vulnerabilidad del regadío ante los efectos del cambio climático, sino también la del regante.

”La adaptación al cambio climático debe considerar tanto la dimensión físico-ecológica del territorio como la dimensión humana, puesto que esta última da soporte y explica la primera de forma transversal”, señala la investigadora.

Desde el Instituto Interuniversitario de Geografía de la UA se insiste en que no es suficiente con modelizar los impactos del cambio climático si no se tienen en cuenta ni la percepción ni la predisposición de quienes deben impulsar medidas de cambio. Por ello, el profesor Antonio Rico considera fundamental que toda investigación de adaptación al cambio climático incluya tanto aspectos ambientales como socioeconómicos, culturales y perceptivos, “y para ello es necesario la interdisciplinariedad entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias sociales, donde la Geografía ocupa un lugar destacado para imponer soluciones adaptativas frente a una de las mayores amenazas a las que se enfrentan los regantes alicantinos”.

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