Alberto -nombre ficticio para preservar su identidad- tiene 57 años y lleva consumiendo desde los 15. Hace dos años sufrió una grave enfermedad que le obligó a estar ingresado un tiempo. No todo fueron malas noticias. El incidente sirvió para volver a unir a su familia. «Por ellos, di el paso, y empecé el tratamiento para dejarlo». Asegura que no es fácil, y que requiere de mucha fuerza de voluntad y de apoyo de los suyos. Pero lo está consiguiendo.

«Ese es el sentido de nuestro trabajo», señalan desde Cruz Roja. «Este año hemos conseguido que dos personas inicien el tratamiento para salir, y eso, aunque pueda parecer lo contrario, es mucho», añade.

Para ello, la coordinación con la Unidad de Conductas Adictivas es crucial, pues ellos se encargan de buscar los centros y concertar los tratamientos, además de realizar el seguimiento de estas personas. Desde Cruz Roja, además de las atenciones diarias, también organizan diferentes actividades y charlas mensuales para ir más allá, concienciar a los consumidores. Talleres y charlas sobre prevención de VIH, la mejora de las habilidades sociales, o la violencia de género, forman parte del argumentario de esas sesiones. Para quienes optan por rehabilitarse, la entidad también tiene un programa de suministro de metadona, que se dispensa también en Los Palmerales.