El Hospital General despidió ayer a 54 trabajadores que se han jubilado este año, tras toda una vida dedicada a la asistencia sanitaria. De hecho, en los últimos años, buena parte de la plantilla que se despide es la que vio nacer el Hospital General en el año 78, cuando el centro hospitalario abrió sus puertas y marcó un hito en la ciudad, pues los ilicitanos dejaron de tener que desplazarse a Alicante para recibir cuidados médicos. «Los más jóvenes no lo sabéis, pero el Hospital de Elche no siempre ha estado aquí» recordó Jaime Latour, que hasta su jubilación ha sido jefe de servicio de la Unidad de Cuidados Intensivos. Él fue el portavoz de los compañeros que iniciaron el largo camino del Hospital General, que está a punto de cumplir 40 años. La dirección rindió un homenaje a la larga trayectoria de estos profesionales médicos, no solo a facultativos, sino a enfermeras, auxiliares de enfermería y celadores.

La cita sirvió, por tanto, para recordar los orígenes de las instalaciones, un hospital en el que nadie creía, apuntó el doctor Latour, pero que acabó tomando forma e iniciando la cobertura médica para la ciudad. Esto creó «un vínculo entre el hospital y el pueblo», hasta el punto de que el personal se refería al centro como «mi hospital, y no el hospital de Elche. Todo el mundo nos conocíamos. Tejimos un proyecto gracias a la conjunción de un equipo de profesionales que se quedó corto y competía con ventana con hospitales cercanos, añadió.

Pero no todo fueron buenos recuerdos, pues esa vista atrás que echaron ayer los profesionales médicos sirvió para recordar los tiempo que vinieron después: «Con la incorporación de la gente de la Vega Baja, se dio paso a la masificación, las camas en los pasillos y la fuga de profesionales a otros hospitales. Fue la época en la que los trabajadores dejamos de hablar de mi hospital, para hablar del hospital», dijo Latour.

Sin embargo, y pese a esa fuga, fueron muchos los que optaron por el Hospital y continuaron creyendo en el proyecto. Así, el centro comenzó a ampliar sus especialidades, que, pese a las mejoras médicas, trajo consigo «un crecimiento arquitectónico desenfrenado, Los edificios se construyeron en lo que antes eran patios de luz, y comenzaron a hacerse anexos y planta sobre planta» hasta lo que es hoy el hospital.

De médico a paciente

Pese a todo eso, en estos años ha habido muchos avances, pues tal y como señaló ayer parte del personal jubilado, la imagen de hoy en día dista mucho de esos problemas arrastrados en el tiempo. «Hace unas semanas volví al Hospital General como paciente, y, aunque no hace mucho que me fui, sí sirvió para coger perspectiva y ver cómo ha mejorado la calidad asistencial. Lejos quedan esas consultas abarrotadas en la que los pacientes se peleaban por coger número», concluyó el doctor Latour. Ahora, solo queda disfrutar del tiempo libre, «dedicarse a los nietos», repetían muchos ayer, y a descansar tras toda una vida «en la mejor profesión, humanamente hablando, del mundo».