Identificar a los autores de todo acto delictivo y conseguir todas las pruebas necesarias que arrojen luz a la investigación. Así podría definirse, en una sola frase, la labor que realiza la Policía Científica de Elche, que realiza más de 1.000 intervenciones al año en este sentido. Son prácticamente el eje central de la Comisaría de la Policía Nacional de Elche. Todo caso en el que se haya cometido un delito, acaba pasando, de una forma u otra, por sus manos. Sus labores son tan diversas como desconocidas, pues además de la parte que todo el mundo ha visto gracias a series de televisión y la ficción hollywoodiense, hay mucha gestión detrás.

La mayoría de actuaciones que realizan pasa por la obtención de huellas dactilares en el lugar del robo, crimen u otros delitos, sea el que sea. Y aquí no se hace distinción. Desde el robo de una simple bicicleta, la unidad trabaja para obtener huellas que puedan conducir al autor de los hechos. Una labor nada sencilla, pese al mito que rodea a este sistema. Pese a que muchos puedan pensar lo contrario, la base de datos con la que se cotejan las huellas obtenidas la forman aquellos que ya han sido detenidos con anterioridad y tienen ficha policial, ya que la ley les impide acceder a la base de datos del DNI, donde sí están registradas las huellas de todos los ciudadanos.

De hecho, hasta esa ficha policial corre a cargo de este grupo policial, formado por 13 agentes y que trabaja durante toda la jornada, también para atender las guardias o los casos de urgencia que puedan surgir de madrugada.

La Policía Científica de Elche funciona prácticamente de forma autónoma en todos los sentidos. Tan solo para los análisis de ADN depende de otros laboratorios. Estas pruebas son mucho menos frecuentes que la de toma de huellas, y solo se realizan en delitos graves y muy graves que atenten contra las personas, como un robo con un fuerza o una agresión sexual. Lo mismo ocurre con la elaboración de la ficha policial. En los delitos menores, solo está la huella, mientras que en los más graves se incorpora el ADN.

Y aunque esto pueda parecer una debilidad en la identificación, se convierte en un arma de doble filo, ya que si los delincuentes piensan que por esta circunstancia se van a librar, nada más lejos de la realidad. Las huellas sin identificar en la escena del delito se incorporan a un fichero de anónimos en los que, en el momento en el que se obtenga la identidad de esa persona a raíz que otro hecho delictivo, en el momento de hacerle la ficha, saltará la alarma que la relacionará con ese otro delito del que quedó impune por no estar registrado.

Pero, ¿cómo se captura una huella en el lugar del crimen? Lo más importante para poder obtenerla con rapidez es no contaminar la escena. La segunda, actuar con rapidez. «Lo que dejamos en la huella es en su mayoría agua, hay que cogerla con rapidez para que no se seque. Por suerte estamos en una zona húmeda, pero actuar de inmediato es fundamental», explica el inspector Foronda, jefe de la Policía Científica de Elche.

Existen dos métodos, el físico, y el químico. En el primero, se vierten reactivos físicos para dar forma a la huella, que luego se fotografía. En uso de químicos se emplea cuando no es posible ver la huella, o se trata de una superficie porosa o con relieve, en la que es necesaria sacar la imagen de otra manera. Los compuestos actúan sobre los lípidos que deja la piel en el contacto por la superficie, y con unas gafas especiales, permite ver la huella.

Una vez obtenida la imagen, se seleccionan los patrones que hacen única esa huella, y un programa informático la compara con las almacenadas en la base de datos de delincuentes fichados. Y aquí empieza la primera diferencia con respecto a lo que estamos acostumbrados a ver en la ficción: el programa arroja 15 posibles candidatos, identificados por un código único. A partir de aquí, solo la agudeza visual del equipo de la Policía Científica permitirá identificar la correcta. Un minucioso trabajo que se consigue «con formación, dedicación y experiencia», asegura el inspector Foronda. Solo cuando se ha dado con la huella correcta, tienen acceso a los datos del sospechoso, como la identidad o la fotografía. Hasta entonces, la única identificación es un número. Esto es así para «garantizar que no haya condicionantes a la hora de identificar», asegura el inspector.

Balística e incendios

Pero la labor de la Policía Científica no se limita solo a analizar huellas y ADN para localizar sospechosos, si no que la unidad ilicitana también está especializada en análisis de balística o la investigación de incendios. Así, en el caso del empleo de armas de fuego, se puede conocer el tipo de bala utilizada, el arma con la que se ha disparado, etcétera, lo que permite focalizar la búsqueda de los delincuentes. También se cuenta con una especialización en la investigación de incendios, para detectar su origen, determinar si es o no provocado o las circunstancias que originaron el fuego. Una última especialización es la de asuntos relacionados con la propiedad intelectual. Este punto cobra especial relevancia en la ciudad, debido a las numerosas operaciones contra la falsificación de calzado y complementos que se vienen desarrollando desde los últimos años. El equipo analiza la mercancía incautada, para determinar su autenticidad.