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Pero amortigua sus efectos

La presencia de suelos blandos hace que los seísmos se sientan más en Elche pero amortiguan sus efectos

Los primeros estudios del plan antiterremotos apuntan a que habrá que reforzar las nuevas construcciones para que soporten una mayor aceleración por vibraciones

Un instante de las jornadas donde se abordaron las características sísmicas de la ciudad. antonio amorós

La tipología del suelo de Elche hace que se amplifiquen los terremotos y se sientan con más fuerza. La ciudad está asentada, en su mayoría, en suelos blandos, formados por una acumulación de sedimentos. Este es el motivo de que, ante cualquier seísmo, por pequeño que sea, se perciba con más intensidad por parte de la población, o que se sientan terremotos con el epicentro en localidades como Torrevieja que, pese a que no se sienten en poblaciones cercanas, sí se notan en Elche. Esta es la conclusión a la que han llegado los estudios preliminares de cara a la realización del plan antisismos que se realizará gracias al trabajo de la UA.

La ciudad siente la actividad sísmica de la falla de Crevillent pero también de la del Bajo Segura. Se trata de los dos puntos de mayor actividad, que en los últimos años han dejado temblores de baja y media intensidad que se han ido liberando la energía del choque de las placas tectónicas en pequeñas cantidades.

La nueva normativa que surgirá del plan antisísmico de Elche, que será la primera ciudad de la Comunidad en contar con este documento, obligará a reforzar las nuevas construcciones que se realicen en la ciudad al detectarse que la aceleración del suelo en caso de terremoto puede ser hasta un 30% mayor de la que se prevé actualmente. La aceleración del suelo se encarga de medir la intensidad de un temblor, y si hasta ahora se refleja en un 0.16 con respecto a la aceleración de la gravedad, los expertos de la Universidad de Alicante han determinado que este valor puede alcanzar los 0,20.

Así se dio a conocer ayer en el marco de las jornadas organizadas por el Grupo de Ingeniería y Riesgo Sísmico de la Universidad de Alicante, que se han celebrado estos días en Elche. A falta de un estudio más exhaustivo que se realizará con fondos del Ministerio de Hacienda, Industria y Competitividad, junto con el Ayuntamiento de Elche, las primeras conclusiones apuntan a que la falla de Crevillent, la más activa de la provincia y la que afecta a Elche, puede ocasionar terremotos de hasta 6,3 grados de magnitud, una cifra que crecerá con el tiempo y que podría alcanzar los 6,9 grados.

Sergio Molina, uno de los investigadores de la UA, apuntó ayer que los datos arrojan una de cal y otra de arena. Mientras que la aceleración del terreno en caso de terremoto es mayor de la que se preveía, «la frecuencia de la onda sísmica y la frecuencia de oscilación del edificio son diferentes». Esto quiere decir que el movimiento del suelo no coincide con el de los edificios construidos. Si la frecuencia de la onda coincidiera, se produciría el derrumbe de los edificios, y esto no ocurre.

Sin embargo, adaptar la nueva normativa para prever aceleraciones del terreno más fuertes, dotará de más seguridad a los nuevos edificios. Molina apunta que la normativa actual se cumple, y los edificios construidos desde hace una década hasta ahora gozan de una protección segura con los valores actuales. El estudio antisísmico que elaborará la UA determinará el riesgo de las edificaciones actuales, aunque eso será ya más a lago plazo.

Lo que está claro es que la peligrosidad sísmica en Elche es muy alta, aunque insisten en que no hay que crear alarma, ya que las edificaciones están preparadas y la frecuencia de onda de movimiento del suelo no coincide con la de los edificios. Ahora, el trabajo de los investigadores se centrará en crear la hoja de ruta para que las administraciones y los equipos de emergencias puedan planificar una mejor labor de prevención y atención en casos de seísmo graves. El último de gran intensidad del que se tiene constancia fue el de Torrevieja de 1829, que ocasionó importantes destrozos. Ese es precisamente el que se toma como referencia para determinar la magnitud máxima de los terremotos que pueden producirse en la provincia, aunque el fenómeno puede ir a más.

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