La nueva normativa que se redactará a raíz del estudio que está realizando la Universidad de Alicante contemplará una mayor regulación en cuanto a los elementos ornamentales en los edificios. Así, se centrará en que haya menos voladizos, pues, aunque las estructuras de los edificios aguantan los temblores, estos elementos pueden ser menos resistentes a las vibraciones. De hecho, tal y como señala en titular del departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente de la Universidad de Alicante, Sergio Molina, en el terremoto de Lorca, una de las infraestructuras que más daño hizo a las personas fue la caída de estos elementos ornamentales y voladizos.

Se trata del sismo con mayores daños de los últimos años y, aunque se debió a una acumulación de factores, los expertos recuerdan que esas mismas circunstancias se pueden dar en la ciudad. Los daños en Lorca fueron tan graves porque la falla estaba justo debajo de la ciudad, y toda la energía se emitió en la misma dirección. Esto hizo que la normativa antisísmica, que en la ciudad recogía valores de 0,16 con respecto a la aceleración de la gravedad, y se alcanzaron valores de 0,31.

Precisamente por eso se va a actualizar en la ciudad este valor, incrementándose en un 30%, para que sea más ajustado a la realidad y contemplen todas las variables a la hora de construir los edificios.

En el sur de la provincia no se han registrado en los últimos años terremotos con daños materiales y personales graves, pese a que se trata de una de las mayores zonas de actividad sísmica a nivel estatal. De ahí la importancia de contar con protocolos y normativas actualizadas y adaptadas a la realidad sísmica de cada zona.

La primera normativa que sirvió para asentar las bases de las edificaciones es de 1994, y se reforzó en el año 2002. Ahora, tras el estudio, se volverá a cambiar en 2018 para incrementar la seguridad en las edificaciones, en base al mapa actualizado de peligrosidad sísmica. Los ayuntamientos, por su parte, deberán contar con un plan de acción municipal frente al riesgo sísmico, que en Elche será el primero de su historia, y se realizará gracias al trabajo de la Universidad de Alicante.