Un político de altura sugiere en ocasiones que no le aplaudan cuando termina su discurso ya que prefiere que le recuerden, que es mucho más gratificante. A las puertas de celebrar el 40 aniversario de las primeras elecciones municipales de la era democrática uno mira hacia atrás con mucha nostalgia. Las primeras elecciones de 1979 supusieron un acontecimiento para todos los que tuvieron la suerte de vivirlo. Votar en unas urnas con libertad y con una variada oferta ideológica fue un reto que se logró gracias al esfuerzo de muchas personas puesto que se dejaron la piel para que hoy podamos disfrutar de esta fiesta democrática.

Ese espíritu de lucha es hoy una referencia, que se fraguó en el pasado y bajo el consenso de muchos sectores sociales hastiados. De ese germen de libertad y democracia, tenemos hoy una poderosa herramienta donde todos y cada uno de los ciudadanos podemos elegir programas electorales, partidos y cargos electos de diferentes colores.

De lo global a lo local. Y es ahí donde los ciudadanos se fijan todavía más. La política local cobra fuerza y cada día más por su trascendencia, pero sobre todo al tratarse de la Administración más cercana al votante. Al ciudadano solo le interesa aquello que sucede en su metro cuadrado, todo lo demás es ruido o distorsión mal entendida por los representantes políticos. El voto se trabaja desde el sentimiento más profundo y desde la sinceridad. Pero para ello se requiere de los representantes electos más adecuados en cada momento y condicionados por el contexto histórico.

Oír críticas sobre medidas o propuestas que nacen desde el consenso y de la pluralidad política es hacerle un flaco favor a la actitud y a la democracia en general. Leer a un político como Joan Antoni Oltra, que ha bebido, ha comido y se ha servido de lo público durante gran parte de esta fiesta democrática es, como mínimo, de desagradecidos.

En el caso concreto del respaldo de Ciudadanos Elche hacia el tripartito, este gesto obedece a un compromiso con asociaciones, pedanías o vecinos en general que sí han sufrido las consecuencias de los incumplimientos sistemáticos de los que gobernaron y ocuparon diferentes sillones en las administraciones públicas. Poco o nada tiene que ver este partido naranja con aquella política anterior de la que el señor Oltra fue muy activo y partícipe. Recordar que su última puesta en escena fue como gerente del Instituto de Cultura de Elche.

Ahora, Ciudadanos Elche plantea un nuevo modelo de «hacer política», de aquella que se echa mucho de menos. Uno de sus lemas es pisar la calle, escuchar, tomar nota y proponer en los órganos correspondientes. En 2016 fueron 20 medidas, en el 2017 se presentaron 70 y para los presupuestos del 2018 el documento reflejaba 150 medidas que nacen de la necesidad social, del incumplimiento de los gobiernos anteriores (incluida la etapa de Oltra como edil) y de las horas de reuniones con asociaciones locales expectantes por hacer realidad sus proyectos.

El compromiso de Ciudadanos Elche no tiene nada que ver con lo visto hasta ahora. ¿Escuece que se bajen los impuestos? Acostumbrados a que los políticos de los de antes suban los tributos como si el dinero cayera del cielo, Cs los reduce. Otros abogan por decir que «salvan personas» y visto lo visto todavía no sabemos a quién han salvado este tripartito, pero lo que sí se ha hecho por parte de la formación naranja es poner en marcha una tarjeta ciudadana para que familias con menos recursos tengan de ciertos beneficios. Respecto a las pedanías, las más olvidadas por estos y los anteriores políticos (incluido el señor Oltra), Ciudadanos propone invertir en servicios tan básicos como recogida de poda o parques infantiles, porque allí también hay niños y niñas que quieren jugar en su tiempo libre, por poner unos ejemplos señor Oltra.

La demagogia nos invade y el recuerdo queda tan lejos que nos impide rescatar aquello que se quedó por el camino, que no fue poco. Me parece sorprendente que haya gente que piense que la política es como el champán, que viene embotellada y desaparece en el momento de descorcharla. Eso lo hicieron otros. Que el presente nos permita disfrutar de las burbujas de esa botella y que la política siga su camino hasta la eternidad. La política al igual que el fútbol nos acompañarán por el resto de nuestras vidas. Ya lo dijo Sócrates: «La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia».