Los feminicidios en México, la explotación sexual en países asiáticos o la trata de mujeres son ejemplos de violencia que matan a mujeres y que han sido investigados durante décadas por las periodistas Guadalupe Lizárraga y Chelo Álvarez-Stehle. Pero no son las agresiones extremas las únicas que acaban con vidas, según defienden ambas informadoras.

Se refieren a los micromachismos y a lo que definen como sociedad patriarcal. Lizárraga informa sobre México, uno de los países con mayor índice de feminicidios. Sobre ello profundizará en el IV Seminario Ryszard Kapuscinski organizado por la UMH. Lo hará junto a Álvarez-Stehle, que ha conocido en Nepal a niñas que eran ofrecidas y desvirgadas por un sacerdote. Pese a conocer de primera mano casos tan estremecedores, ambas señalan que toda violencia ha de ser igualmente denunciada, incluso la que se ha normalizado. «Tolerar las microagresiones invita a tolerar también los casos más extremos», explica Lizárraga, «el silencio y el estigma nos une a todas las que hemos sufrido abuso sexual; tan importante es denunciar el que consideramos mínimo, que no lo es, como el de los casos más mediáticos», explica Álvarez-Stehle.

En este sentido, Lizárraga añade que, con motivo del Día Internacional por la Eliminación de la Violencia Machista, la responsable del Observatorio Nacional del Feminicidio en México declaró que lo más preocupante de los últimos asesinatos cometidos en el país es la brutalidad con la que se llevan a cabo los crímenes: «Me parece un comentario desafortunado porque lo importante no es la crueldad con la que nos matan, sino que lo están haciendo», explica. La periodista, que tuvo que abandonar México por sus coberturas informativas, denuncia la impunidad de los agresores en el país y el hecho de que se premie el silencio de las víctimas.

En este sentido, Chelo Álvarez-Stehle añade que esto sucede también en España: «Hay un silencio socialmente impuesto, pero que también está muy presente en instituciones como la escuela, la universidad, la Iglesia o el Ejército», defiende, «y estas comunidades tienen la obligación de crear una cultura que invite a romperlo, que haga que sus integrantes alcen la voz ante las agresiones porque saben que se les arropará al hacerlo».

Eso es principalmente lo que abordan en sus últimas investigaciones. Por un lado, la cineasta Chelo Álvarez-Stehle ha plasmado su trabajo sobre el abuso sexual en el documental Sands of Silence, que fue proyectado en la Universidad Miguel Hernández de Elche el pasado viernes y ayer en TVE. Desde la primera persona y tratando todas las facetas de la violencia sexual, la cineasta aborda la necesidad de no tolerar ningún comportamiento que denigre la dignidad humana. «Yo me di cuenta de que ciertas situaciones que tenemos normalizadas son también agresiones al ver el documental, porque empecé a pensar en micromachismos que he vivido o presenciado», explica Lizárraga, «el buen periodismo remueve conciencias y por eso es tan necesario». También, añade, estos trabajos son una forma de luchar contra la impunidad. En su libro Desaparecidas de la morgue, Guadalupe Lizárraga relata el «doble asesinato» de las mujeres cuyos cuerpos se encuentran entre los 233 restos encontrados en la morgue de Ciudad Juárez: «Una vez muertas, las matan por segunda vez porque las autoridades no quieren que salga su nombre, las pretenden desaparecidas», explica, «en otros países las víctimas se pierden entre los números, pero es que en México ni siquiera aparecen como números». Precisamente sobre este y otros casos de violaciones a los derechos humanos en México hablará la periodista el lunes en el Centro de Congresos.

Ante estos casos, las profesionales coinciden en señalar que es necesario hablar en términos de dignidad humana más allá del feminismo, y enseñar desde pequeños a niños y niñas el respeto a sí mismos, a su cuerpo y al de los demás: «Las violaciones son contra la dignidad humana y es una falta de respeto hacia cualquiera de nosotras, no solo hacia las víctimas», defiende Álvarez-Stehle, «y la forma de luchar contra ello es empezar por uno mismo para proseguir exigiendo responsabilidades; las cosas se cambian siendo valiente».