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Almudena Grandes: «El final del procés está siendo muy ridículo»

El martes la escritora madrileña podrá conocer de cerca la opinión de los lectores ilicitanos sobre su último libro durante la noche gastronómica-literaria que ha organizado la librería Ali i Truc

Almudena Grandes: «El final del procés está siendo muy ridículo»

El martes estará en Elche con su último libro recién publicado, ¿qué puede contar de Los pacientes del doctor García

Es la cuarta novela de mis episodios, una serie que estará compuesta por seis libros en los que cuento 25 años de posguerra y dictadura franquista. Es una obra de ficción construida a través de un hecho real: la red de criminales nazis que funcionó en Madrid entre 1945 y 1955. La directora de la red, Clara Stauffer, era una gerifalte con nacionalidad alemana y española. La trama de ficción plantea una iniciativa diplomática para mostrarle al mundo lo que está pasando en España.

¿Cuáles fueron los motivos que le llevaron a escribir esta novela con un trasfondo nazi?

Los españoles tenemos debajo de los pies un filón de historias que no se han contado, acontecimientos muy graves que han pasado desapercibidos. El sueño de cualquier narrador es encontrar un filón y yo lo he hecho. Hay muchas más historias que no me va a dar tiempo a contar sobre las invasiones y las redes nazis.

La Guerra Civil y todo lo que sucedió después, ¿sigue dando lecciones en la actualidad?

Creo que gran parte, no todo, de lo que está pasando en España tiene que ver con la extraña relación de la democracia con su pasado. En la Transición se llegó a una especie de pacto desde el poder, no desde la ciudadanía. Una idea equivocada de que el progreso pasaba por olvidar. 40 años de dictadura no se pueden olvidar porque moldearon la conciencia, el espíritu y la visión de los españoles. Lo democracia nació con una debilidad congénita por su relación con el pasado. Muchas de las disfunciones se deben a que demasiada gente no va a poder ser otra cosa que española y viven la bandera y el himno como algo ajeno. Esto es patrimonio de la derecha, mientras que la izquierda se siente acomplejada.

Una buena muestra de todo esto es la gran acogida que están teniendo sus episodios...

La relación de los españoles de a pie con la historia sí que se ha normalizado. Mis novelas no son sobre la Guerra Civil, son sobre la posguerra. El primer episodio transcurre en 1944. Esa resistencia, que no era sincera, inducida por el miedo a mirar atrás, se ha superado. Ya no hay nadie que diga que ha visto más películas de la Guerra Civil que de la Guerra Mundial. A los españoles nos interesa lo que pasó en España, como ocurre en todos los países del mundo.

¿Se parece en algo esta España de hoy en día a la de 1936?

No tiene nada que ver. Uno de los grandes problemas es que mucha gente predica sobre el siglo XX sin tener ni idea del XIX. Lo que pasa ahora tiene más que ver con el XIX que con el XX. En toda Europa hubo brotes revolucionarios en los años 30 pero en ningún país había un ejército africanista y golpista como aquí. No tiene nada que ver con lo que está pasando en Cataluña. Las revoluciones como Dios manda siempre han surgido de abajo arriba. En Cataluña ha sido al revés, se ha iniciado en los centros de poder y se ha llevado después a la base.

¿Qué más puede decir de Cataluña?

Algo que ha caracterizado al independentismo ha sido la imaginación. Le han echado mucha y su propaganda es impecable. Se lo han creído y se les ha vuelto en contra. Esta imaginación está produciendo episodios muy tristes y nada admirables.

¿Cuál cree que será el desenlace final de esta situación?

De todos los adjetivos que se pueden aplicar, el desenlace del procés no es épico ni dramático, más bien es ridículo. Lo siento por los independentistas porque tenían todo el derecho a luchar por sus ideales. El abandono que les han hecho sus líderes es digno de compasión. Es un final triste aunque no sé cómo acabará por la imaginación desbordante que le están poniendo algunos.

¿Considera que la respuesta política ha estado a la altura?

Cuando empezó todo esto me sucedió algo que no me había ocurrido nunca, no estaba de acuerdo con nadie. He sido una francotiradora total porque no me identifico ni con los independentistas ni con el Gobierno. Rajoy les ha dejado pudrirse porque le convenía electoralmente. Tanto él como Puigdemont han preferido sus expectativas electorales al diálogo y el interés general. Rajoy sí que ha sido hábil aplicando el 155 para convocar elecciones el 21 de diciembre porque ha descolocado a los independentistas. Si fuera una profesora le pondría un dos a casi todos los políticos, y a alguno, un cero.

Su trabajo le lleva a seguir la actualidad, ¿cómo está viendo el juicio a La Manada?

Me parece que la actitud del tribunal es un acto de violencia contra la mujer. Que se admita la prueba del detective es más complejo de lo que parece a primera vista. Ningún juez admitiría en un homicidio que el muerto era malo y merecía morir. La defensa transmite a la sociedad que el ocio, la calle y la diversión son territorio masculino, se considera que la mujer no sufrió porque salió a tomar unas copas. Parece que para creerse su dolor tiene que seguir sufriendo y vivir como una afgana.

Volvamos a la literatura. ¿Cómo vive los encuentros con los lectores como el que tendrá este martes en Elche?

Me gustan mucho. El contacto es fundamental para los escritores. Hay gente que piensa que la literatura no es para ellos, que es para las personas que han estudiado y tienen un nivel alto. Los lectores tienen que descubrir que los escritores son gente normal. Para mí es importante hablar con ellos, verles la cara. Un libro sin lectores no existe. No tengo muchas oportunidades como esta y trato de aprovecharlas.

¿El momento por el que atraviesa la literatura es positivo?

La literatura ahora es resistencia y hay que mimar a los lectores. Todos tenemos en casa siete puertas hacia lo maravilloso del todo a color que sólo requiere pulsar un botón. Tenemos que ser conscientes de dónde estamos y de que cada vez se lee menos.

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